Es tiempo de buscarnos lo que es justos, de sernos justos unos con los otros, reparar las injusticias que están a nuestro lado

“Si saben que él es el Justo, reconozcan que todo el que practica la justicia ha nacido de Dios” (1 Jn 2, 29).

¡Estamos viviendo el tiempo de la Navidad! En este tiempo, reflexionamos la presencia de Dios dentro de nosotros. La Palabra esta diciéndonos que Él es justo, y permanece en Él aquel que practica la justicia, aquel que nació de Él como Él nació en nuestro medio y nos trajo la justicia. Quien nació de Él se convierte también una persona justa.

Si reflexionamos, de hecho, la vida humana, con toda la belleza que podemos encontrar en ella, tenemos de reconocer que vivimos en un mundo injustos, que la vida humana es rodeada de muchas injusticias para todos los lados, sean las más conocidas e injusticias sociales que llevan unos a viviren el extremo de una vida llena de conceptos avarientos – en que desperdician dinero y todo lo que tiene, gastan de forma extravagante – , a otros que viven una extrema pobreza.

Es posible ver, en el mundo en que vivimos, una persona gastar, una noche, lo que hijos de Dios, muchas veces, no consiguen tener la en toda la vida. Es el extremo de la injusticia humana. Es posible ver fiestas, como vimos hora en el fin de año, en que se comía y bebía de todo, después, muchas cosas fueron para la basura; mientras otros hijos de Dios viviendo a la extrema pobreza y la profunda miseria.

Las injusticias no son solo de orden social, pero en las relaciones humanas. Hay muchas cosas deshonestas, hay muchas corrupciones en la forma de actuar y hablar en nuestro medio. No me vuelvo solo para las grandes injusticias y corrupciones, pero también as que son vividas y practicadas en nuestro medio.

No hay nada más injustos que hablar mal de los demás, difamar el nombre del otro, caluniar perseguir el otro, querer ser más que el otro y diminuir la persona del otro. Hat la gran injusticia de los hombres en no reconocer Dios como Señor y Salvador. Hay grandes injusticias penetradas en nuestros comportamientos y en nuestra forma de actuar con el otro.

Podemos haber decepcionados con alguien, pero eso no nos da el derecho de disminuir aquella persona para los demás, porque la decepción fue nuestra, no significa que todos van decepcionarse con aquella persona.

Quien nació de Dios necesita ser justo. Vivimos en un mundo donde todos queremos justicia, pero nuestra justicia viene de nuestro ser justiciero, no viene de aquella justicia de ser justo, honesto, correcto y, al mismo tiempo, que venga de una verdad que es basada en la humildad que viene del corazón de Dios.

Es tiempo que buscamos lo que es justo, sernos justos unos con los otros, reparanos las injusticias que están a nuestro lado y hacernos nuestra parte para no tornar el mundo y la vida más injustas, pero dar lo mejor de nosotros para decir: Yo he sembrado la justicia, practicado la justicia y viví una vida justa en la presencia de Dios.

¡Dios te bendiga!