06 Aug 2018

Busquemos, en la vía de oración, la transfiguración de nuestra vía

En la transfiguración y en la vía de adoración, nuestro ser deja resplandecer la presencia de Dios en nuestra vida

“Seis días después, Jesús tomó a Pedro, Santiago y Juan, y los llevo a ellos solos a un monte elevado. Allí se transfiguró en presencia de ellos” (Mc 9, 2)

Hoy, celebramos la Fiesta de la Transfiguración del Señor, una anticipación de la Resurrección, la fiesta que nos muestra que, aún caminando en medio de la gran Vía-sacra de la vida, en medio a las flores y espina, a los dolores y alegrías humanas, el Señor nos quiere transfigurados y transformados. El Señor se transfigura ante nosotros para decir que el Reino de Él esta presente en nuestro medio.

La Palabra dice que Él tomó por la mano Pedro, Santiago y Juan, para llevarlos a un lugar aparte, sobre una alta montaña. El ‘alto’ es el lugar de nuestro encuentro con Dios. En el alto, nos rebajamos y vemos la grandeza de Dios.

Solo contemplamos la presencia amorosa de Dios entre nosotros cuando nos dejamos conducir por Jesús. Él tomó a Pedro, Santiago y Juan por la mano, y desea tomar a todos nosotros sin retirarnos de todo lo que hacemos para estar a solas con Él. Necesitamos permitir que Jesús nos quite de aquello que hacemos, que sea por un tiempo, por una hora o media hora.

Que bendición cuando quitamos aquel tiempo, aquel momento del día para buscar una iglesia y allí hacer nuestra adoración silenciosa y amorosa. No va allá para hacer varios pedidos, va para ser transfigurado por la presencia de Jesús. ¡Que bendición cuando alguien decide hacer un retiro, sea en un grupo o personalmente! ¡Que bendición cuando alguien se retira para una montaña, para algún lugar desierto para estar en la presencia de Dios! La presencia de Él nuestra vida nos transfigura, nos transforma y retira de nosotros todo aquello que nos mantienen conectados a ese mundo.

La transfiguración es la transformación de nuestros sentidos; nuestros ojos contemplan Dios, nuestros oídos lo escuchan y nuestra boca habla con Él. En la oración somos transfigurados y transformados, y nuestros sentidos se vuelven para el Señor. En la transfiguración y en la vía de adoración, nuestro ser deja resplandecer la presencia de Dios en nuestra vida.

Que, en la Fiesta de la Transfiguración del Señor, podamos buscar, en el camino de la oración, la transformación y la transfiguración de nuestra propria vida.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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