“Cuando pidan a Dios, no imiten a los paganos con sus letanías interminables: ellos creen que un bombardeo de palabras hará que se los oiga. No hagan como ellos, pues antes de que ustedes pidan, su Padre ya sabe lo que necesitan. Ustedes, pues, recen así: Padre nuestro” (Mateus 6,7-9).

Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:

Luego en el comienzo de este tiempo cuaresmal, fue presentado a nosotros tres elementos importantes que colaboran, de forma muy eficaz, para ese nuestro proceso de conversión: el ayuno, la limosna y la oración. En los últimos días, tuvimos la oportunidad de reflexionar sobre el ayuno y la limosna. Y, hoy, la Liturgia de la Palabra nos invita a reflexionar sobre ese punto tan importante que es la oración.

El Catecismo de la Iglesia Católica, cuando nos va enseñar sobre la oración, utilizando de una frase de Santa Teresa del Niño Jesús, va decir que “La oración es un impulso del corazón, es una sencilla mirada al cielo, es un grito de gratitud y de amor, tanto en el medio de la tribulación como en el medio de la alegría. La oración es la elevación de alma para Dios” (CIC 2558-2559).

Dios es un Padre amoroso, que sabe dar lo mejor para Sus hijos

Mis hermanos, cuando rezamos, elevamos nuestra alma para Dios. Y algo que debe siempre permear esta actitud de elevar nuestra alma para Dios es la confianza de que Él siempre escucha nuestra oración. Por menor y más sencilla que ella sea, Dios escucha nuestra oración. Él siempre escucha la oración de aquellos que se reconocen dependientes de Él y de aquellos que tienen confianza en Él.

Y, escuchando nuestra oración, necesitamos confiar que Dios tiene lo mejor para nosotros. Porque, hoy, nosotros aprendemos en el Evangelio que Dios es Padre, y es un Padre amoroso, un Padre que sabe dar lo mejor para Sus hijos. ¡Si nuestro padre terrenos, nuestro padre aquí, de este mundo, sabe dar a nosotros cosas buenas, cuanto más el Padre del Cielo!

Jesús, en el EVangelio de hoy, nos ensena a tener esta confianza de una niño con su padre, niño que confía en el padre. Y, Él nos enseña a hacer de nuestra oración ese diálogos sencillos, concreto y confiante, con pocas palabras, de un hijo para con su padre.

Para quien tiene confianza, no hay necesidades de muchas palabras, porque el Padre sabe identificar hasta el gemido de Sus Hijos, un Padre sabe reconocer un clamos por menor que sea de Sus Hijos. Aún que nuestra oración sea solo un respirar, solo ese elevar de nuestra mirada para Dios que es Padre, tengamos confianza, mis hermanos, Dios comprende tu oración, Él comprende tu respirar a Él.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!