Los saduceos y la resurrección
“En aquel tiempo, se acercaron a Jesús algunos saduceos, que niegan la resurrección y le preguntaron: “Maestro, Moisés dejó escrito que si alguien tiene un hermano casado y este muere sin hijos, debe casarse con la viuda para asegurar descendencia a su hermano. Ahora bien, había siete hermanos. El primero se casó y murió sin dejar hijos. También el segundo y el tercero se casaron con la viuda. Y así los siete. Todos murieron sin dejar hijos. Finalmente, murió también la mujer. En la resurrección, ¿de quién será esposa?” (Lucas 20,27-40)
Relaciones ajustadas
Si buscamos en un diccionario bíblico el significado del término levirato, levir equivale a la palabra cuñado. Encontraremos que se trataba de una práctica jurídica, según la cual un hombre que muriera sin dejar hijos, su hermano menor debía casarse con la viuda, a fin de que se mantuviera la descendencia del hermano.
El hijo primogénito, incluso, debía llevar el nombre del hermano fallecido. En caso de no haber cuñado, valdría un pariente más cercano.
Estamos hablando de la ley del Levirato. En el Antiguo Testamento, incluso, encontramos tres textos que hablan de esta ley.
Tenemos a Bós, que se casó con Rut, que era esposa del difunto Elimélec, y otros dos textos que están en Génesis y en Deuteronomio.
La sabiduría de Jesús frente a la trampa saducea
La cuestión en relación con esta ley fue planteada por los saduceos, quienes, queriendo poner a Jesús en una situación confusa, presentaron una situación límite: siete hermanos que mueren sin dejar descendencia.
Este grupo de los saduceos era una corriente muy conservadora del judaísmo, que no creía en la resurrección. Y Jesús no cayó en la trampa, sino que les quitó una visión materialista sobre la resurrección, señalando una visión teológica respecto a este misterio.
Añade, incluso, un pasaje sobre Moisés en la zarza ardiente, diciendo que Dios no es el dios de los muertos, sino el Dios de los vivos.
Un Dios que abre los horizontes del ser humano más allá de la muerte, más allá de las categorías humanas de las relaciones, marido, mujer, hermano, padre. No debemos preocuparnos si, en el cielo, encontraremos a este o aquel familiar.
La transfiguración de los lazos humanos
Todos nuestros lazos humanos serán transfigurados en la vida eterna y todos nosotros nos encontraremos en Cristo Jesús.
Por eso debemos ajustar los lazos humanos que tenemos en esta tierra. Por eso necesitamos reconciliarnos durante esta vida con todas las personas, para que no haya sufrimiento después de nuestra muerte, a causa de intrigas, de divisiones que fueron creadas aquí en esta tierra.
Por eso, busquemos el perdón y la reconciliación con todos, porque en la vida eterna seremos uno solo en Cristo Jesús.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!



