“Cuando amaneció, Jesús salió y se fue a un lugar desierto. La multitud comenzó a buscarlo y, cuando lo encontraron, querían retenerlo para que no se alejara de ellos. Pero él les dijo: «También a las otras ciudades debo anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios, porque para eso he sido enviado. Y predicaba en las sinagogas de toda la Judea.” (Lucas 4,42-44).

Mis hermanos, la presencia de Cristo inauguraba un nuevo tiempo, inauguraba el tiempo del Mesias, la presencia mesiánica de Nuestro Señor. Sus enseñanzas, sus milagros anunciaban la presencia del Reino. Jesucristo es el Reino presente en el medio de nosotros, y Jesús sanaba desde realidades más sencillas hasta las más complicadas a nuestros ojos, porque para Dios nada es complicado, para Dios nada es imposible, todo es posibles para Dios.

Más interesante: el Señor curo la suegra de Pedro de una sencilla fiebre, pero también realizaba muchas otras curas, expulsaba demonios. Para Dios, nada es imposible. Y la presencia de Cristo y las curas que Él realizaba, anunciaban, entonces, la presencia del Reino. Pero, aquí, nosotros encontramos algunos que querían retener Jesús, que querían impedir Jesús de seguir su camino, de anunciar la Buena Nueva, de seguir las curas también a otras personas, a otros pueblos; y Jesús dejo claro: “Yo debo también anunciar a otras naciones, a otras ciudades, a otras ciudades”, y Jesús siguió a recurrir Su camino.

Sigamos también nuestro camino de mostrar para las personas el Alto, el Reino de los Cielos

Mis hermanos, nuestro Señor no quería ser adulado, nuestro Señor no quería fama, Jesús no quería atraer, ser una atracción para las personas, pero quería atraer las personas para Dios, atraer las personas para el Cielo. Fue esa la misión de nuestro Señor, por eso Él debería seguir, él debería aún anunciar la Buena Nueva a muchos otros lugares.

Mis hermanos, nosotros necesitamos también crecer en nuestro camino espiritual. Nosotros, que ya recibimos una gracia del Señor, no podemos retenerlo en este sentido de solo querer Sus gracias, pero debemos querer madurar en nuestro camino con el Señor. Y Jesús, al decir, “No, yo debo seguir mi camino”, Jesús estaba diciendo en otras palabras: “Mira, ustedes ya recibiran la cura; ahora, siguen a caminar para lo que es esencial a la conversión.

Mis hermanos, Jesús no atraía para tener fama, para ser adulado, para ser aplaudido, pero atraía para llevar las personas para Dios, para el Alto. Así debe ser nuestro camino, por donde nosotros posamos, vamos evangelizar, vamos llevar la comodidad de Dios, pero no nos dejemos llevar por la vanidad; y sigamos también nuestro camino de señalar para las personas el Alto, el Reino de los Cielos. así hizo Jesús, así debemos hacernos, no la adulación, pero la conversión; no a buscar seguidores, pero buscar seguidores para Cristo, atraer personas para Cristo. Esta es nuestra vocación.

La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!