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¡Alabado sea el Señor Jesucristo! ¡Por siempre sea alabado!

Les damos la bienvenida a quienes nos acompañan en nuestra Homilía Diaria. Hoy, conmemoramos la memoria de los Santos Ángeles de la Guarda y queremos, junto con Mateo, capítulo 18, versículos 1-5, meditar sobre estas realidades de los Santos Ángeles.

“En verdad les digo que si no cambian y no hacen como niños, no entrarán en el Reino de los Cielos. Quien se humille como este niño, ese es el mayor en el Reino de los Cielos. Y quien reciba a un niño como este en mi nombre, a mí me recibe” (Mateo 18, 1-4-5).

Por eso, hermanos y hermanas, el Señor envió a Sus ángeles para guardarnos en todos nuestros caminos, y nosotros necesitamos tener la confianza de esos niños, que se abandonan enteramente al cuidado del Señor.

Sus ángeles en los cielos

El Salmo 90 dice justamente esto: “Pues a sus ángeles mandará cerca de ti, que te guarden en todos tus caminos. En las manos te llevarán, para que tu pie no tropiece en piedra”.

La Iglesia, hermanos y hermanas, siempre ha creído en la existencia de los Santos Ángeles de la Guarda, a partir de los testimonios de la propia Sagrada Escritura. Allí [en la Sagrada Escritura], nuestro Señor, por ejemplo, al pedir que no se escandalizaran a los pequeños, dijo: “Sus ángeles en los cielos contemplan constantemente el rostro de mi Padre que está en los cielos”. Y San Pedro dice que, cuando estaba en la prisión, su ángel lo ayudó, para que no se desesperara.

Por eso, hermanos, necesitamos invocar sobre nosotros a los Santos Ángeles de la Guarda, para que nos lleven por los caminos que nos aparten del error, que nos alejen del egoísmo, y que nos lleven a creer que tenemos una protección. Dios quiso poner, para cada uno de nosotros, un ángel. No sabemos su nombre, no sabemos su rostro, pero sabemos que fue puesto por Dios para librarnos de todos los peligros. Pero también es importante que tengamos la conciencia de que si no rezamos, si no buscamos una vida íntima con Dios, si no buscamos los sacramentos, no servirá de nada invocar a los Santos Ángeles. ¿Por qué? Si estoy en pecado, si no hago la voluntad de Dios, ¿cómo me protegerá Él si no estoy viviendo aquello que es Su voluntad?

Por eso, hermanos, hermanas, San Basilio Magno dijo: “Es evidente que la misión de los Ángeles de la Guarda es conducir nuestra vida al cielo para la vida eterna”. Esa es la gran misión del Ángel: encaminarnos por el camino del Señor, por el camino de la santidad, por el camino de la vida eterna.

Invoquemos sobre nosotros, todos los días, la presencia de los Santos Ángeles, porque, de esa forma, tendremos una garantía. Estamos caminando, ¿no es así? Hacia aquello que es nuestro objetivo: el Cielo, para estar en comunión con Dios.

Invoquemos sobre nosotros la intercesión de los Santos Ángeles, para que vivamos en la voluntad de Dios.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!