“Entonces llegaron los fariseos, que comenzaron a discutir con él; y, para ponerlo a prueba, le pedían un signo del cielo. Jesús, suspirando profundamente, dijo: «¿Por qué esta generación pide un signo? Les aseguro que no se le dará ningún signo” (Marcos 8,11-12).

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El mayor de todos las señales ya nos fue dado, y es Cristo Jesús crucificado, muerto, pero resucitado por amor a cada uno de nosotros. ¡Mis hermanos, no hay otro mayor señal que ese! Y para aquellos que tienen fe, para aquellos que creen en el amor de Dios por nosotros, manifestado en el ofrecimiento de Su Hijo Jesús, saber de eso es suficiente para tranquilizar nuestro corazón delante de todas las necesidades.

Aquel que cree en el amor de Dios no necesita quedar en búsqueda de señales

Delante de todo aquello que nosotros vivimos, que necesitamos y que buscamos en Dios, tener la seguridad de que Él nos ama profundamente, por medio de su Hijo Jesús — que ha dado la vida por nosotros –, es lo suficiente para tranquilizar nuestro corazón de nuestras inquietudes y de nuestros deseos.

Porque cuando nosotros creemos, nosotros tenemos fe en esta señal del amor de Dios por nosotros — que es Jesuscristo — , no hay necesidad de grandes pruebas. Aquel que cree en el amor de Dios no necesita quedar en búsqueda de señales, de pruebas, de comprobaciones de que es amado, porque Jesús ya nos demuestra eso en Su cruz.

El amor puro y verdadero dispensa pruebas, al paso que, para quien no cree en nadie, ningún señal es suficiente. ¡Cuando surgieren las necesidades o incluso una duda si Dios te ama, mira para la cruz, permitate mirar para esta gran señal de Jesús crucificado, muerto, pero resucitado, pues ese es la gran señal que Dios nos ama!

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!