“Después agregó: «Les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra” (Lc 4, 24)
En otras palabras, Jesús esta diciendo que nadie es profeta en tu propia casa, en tu propia familia, entre tus amigos, entre los tuyos. Creemos la persona tan familia a nosotros, tan igual a nosotros que, lo que ella habla no tiene tanto peso y valor. Pero lo que Jesús esta diciendo no es lo que es para ser, es lo que no es para ser.
De hecho, necesitamos ser profetas en casa y en nuestra familia, Por supuesto que, la recepción ni siempre va se esperada o la mejor, pero el padre necesita ser profeta dentro de tu casa, la madre necesita ser profeta, educadora, formadora y orientadora.
Yo sé que, muchas veces, el hombre escucha todo el mundo en la calle, pero la esposa él no escucha. El hijo, después que crece, escucha lo que el amigo habla, pero parece que los oídos se cierran para tus padres. Eso no puede ser la regla, por el contrario, esta es la forma mundana de pensar.
Jesús esta asegurando lo que esta viendo, Él esta invocando a un dictado que ocurre en tu medio, pero no debería ser así. Nazaret no creció en la fe porque no eligió el profeta que es de la casa de Nazaret, no acogió a Jesús que creció en Nazaret. Trataban Jesús como más uno, por eso, Él hizo pocos milagros por allí.
En nuestra casa, en nuestra familia y en nuestra propia vida no estamos viendo los milagros y las bendiciones de Jesús no estamos sabiendo acoger los profetas de nuestra propia casa.
Quien no acoge el profeta de tu casa, no puede acoger ningún otro profeta
Escuche tu madre y tu padre, escuche tu esposo y tu esposa. Tu necesita escuchar tu padre, porque sé que es más fácil escuchar el padre Roger porque no esta en tu parroquia; es más fácil escuchar el padre predicador de fuera porque él habla bonito, pero el profeta de tu casa es el padre de tu ciudad.
Dios dio al padre de tu parroquia el poder, la autoridad, ka unción, pero algunos piensan: “Me gusta el padre de aquel otro lugar porque él habla mejor”. No caiga en la ignorancia, en el error, porque tu vas quedar siempre patinando en la fe. No es que tu no debes escuchar los demás, pero si no escucha lo que esta predicando para ti, nunca va ser una persona madura en la fe. De la misma forma, si tu no eres profeta en tu casa, ella no crecerá en la fe.
Yo sé como es, nos gusta de acoger quien viene de fuera. ¡Y que bueno que tenemos el don de acogimiento! Pero la semilla crece donde esta siendo sembrada, fecundada y cuidada. Entonces, somos nosotros quien podemos cuidar de la semilla que es lanzada en nuestra casa, en nuestra parroquia, en nuestra comunidad. Son los que están cercas a nosotros que debemos escuchar en primer lugar, porque, por medio de ellos, Dios habla y otros vendrán ayudarnos. ¡No tengamos duda de eso! Pero, quien no acoge el profeta de tu casa, no puede acoger a ningún otro profeta.
¡Dios te bendiga!