“Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y recen por sus perseguidores, para que así sean hijos de su Padre que está en los Cielos. Porque él hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores. Si ustedes aman solamente a quienes los aman, ¿qué mérito tiene?” (Mt 5, 44-46).
Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:
El amor de Dios no es un amor convencional. Sin embargo Dios, con la encarnación, haya asumido nuestra condición humana, Él sigue a amarnos de una forma divina, es decir, Dios nos ama de una forma incondicional.
Dios nos ama siempre; aún que nosotros no correspondamos a ese amor, Él sigue fiel y nos amando. Él nos amó cuando nosotros aún eramos pecadores e indignos de ese amor. Cuando nosotros no merezcamos ese amor, Él nos amó; diferente de nosotros que, muchas veces, pensamos que estamos amando, pero, en realidad, en el fondo, nosotros estamos solo siendo convenientes con las personas de nuestro interés.
Dios nos ama siempre; aún que nosotros no correspondamos a este amor
¡Pero Dios no! Él nos ama de forma gratuita e desinteresada, sin esperar algo em cambio, hasta porque Él sabe de nuestra escasez, Dios sabe de nuestra pobreza en vivir ese verdadero amor.
Y, sabiendo de nuestra pobreza, sabiendo lo mucho que nosotros somos pobres en vivir ese verdadero amor, Él derrama, de forma generosa, Su amor sobre nosotros. Y lanza sin distinción de buenos o males, sobre justos o injustos, pues el deseo de Él es hacer con que todos conocen y experimentan Su amor, independiente si son buenos o malos.
Y la Palabra de hoy nos habla que Él hace nacer el sol sobre los males y buenos, hace caer la lluvia sobre justos e injustos. Jesús nos enseña que la mayor recompensa va ser recibida por aquellos que supieron amar sin esperar alguna recompensa, sin esperar algo em cambio; aquellos que supieron perdonar, que fueron compasivos sin esperar una recompensa de alguien, porque la mayor recompensa, que ya recibimos, es el amor de Dios.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!