01 Apr 2022

Acoja en tu corazón la presencia de Cristo

“Algunos de Jerusalén decían: ¿No es este aquel a quien querían matar? ¡Y miren como habla abiertamente y nadie le dice nada! ¿Habrán reconocido las autoridades que es verdaderamente el Mesías? Pero nosotros sabemos de dónde es este; en cambio, cuando venga el Mesías, nadie sabrá de dónde es” (Jn 7, 25-27).

¿A quien buscan matar? A Jesús Cristo que, en realidad, ya estaba de alguna forma muerto dentro de ellos. En realidad, Jesús no había ni nacido dentro de estos corazones porque no aceptaran la encarnación del Verbo, no aceptaran que Dios había convertido en hombre para nuestra salvación. Si ese misterio no es acogido, las otras realidades también van tener mucha dificultad de caer dentro de nosotros.

Necesitamos aceptar que Dios vino a nuestro encuentro, necesitamos aceptar que Dios asumió nuestra naturaleza humana para redimirla, porque, del contrario, en situaciones de nuestra vida, nosotros también vamos querer matar esta Palabra de Verdad.

Los fariseos, aquellos que son interlocutores de Jesús, estos habitantes de Jerusalen, dicen: “Este, nosotros sabemos de donde es”. Miren a que punto llega la autosuficiencia, la presunción, la tentativa de querer silenciar la voz de Jesús de esta forma, con la autosuficiencia, diciendo: “Ya conocemos”, “Sabemos quien este es”, la arrogancia en el corazón de aquellas personas.

Muchas veces, estos sentimientos perturban nuestro corazón, muchas veces, el tentador también roba de dentro de nosotros aquella fe genuina, aquella fe de entrega total y de confianza. Y, muchas veces, rondan nuestros corazón estos sentimientos y nosotros también tenemos la presunción o la autosuficiencia de ya saber lo que nosotros debemos o no hacer; y olvidamos de confiar en Jesús Cristo.

Estos sentimientos perturban nuestro corazón, muchas veces, el tentador también roba de dentro de nosotros aquella fe genuina

¿Cuál es el resultado de esta autosuficiencia y de esta presunción? ¡El error! Todas las veces que nosotros también experimentamos, eso, tocamos en la realidad del error. Ellos dicen: “El Cristo, nadie sabrá de donde es”. Aquí es una demostración clara de la ignorancia sobre Jesucristo, la ignorancia de no conseguir ver, delante de los propios ojos, la presencia del Mesias en Jesús, la revelación de un total desconocimiento sobre la persona de Jesús. Una enfermedad de los tiempos actuales: basta que entres en el dialogo con alguien para que puedas ver que las personas desconocen Jesús.

San Jerônimo decía que ignorar la Escritura es ignorar el propio Cristo. Bueno, cuantas realidades hoy, en nuestro tiempo, que nosotros vivenciamos por causa de ese enfriamiento del amor a la Palabra de Dios, del contacto con la Palabra de Dios.

El mundo nos va bombardear de otras informaciones, otras fuentes aparentemente buenas y interesantes, y nosotros nos desviamos, nos apartamos de la Palabra de Dios – lugar privilegiado de encuentro con el Señor, de conocimiento de Jesucristo -, y pasamos también a ser “analfabetos” de Jesucristo, no sabemos decir nada porque no tenemos la experiencia con Cristo, no tenemos el conocimiento de Jesuscristo, y por eso no amamos a Él.

Hoy, la Palabra de Dios nos invita a dar un salto, a no comportarnos como estos habitantes de Jerusalen que ignoraran la presencia de Cristo, que no se dieran cuenta en Él la acción de Dios, la presencia de Dios y cayeron en el error, perdieron el tiempo de la gracia.

La gracia de Dios nos visita hoy … Acoja de corazón abierto lo que Dios quiere hablar a tu corazón.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!

Pai das Misericórdias

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