21 Feb 2022

Acoja el mensaje del Evangelio en tu corazón

“En cuanto la multitud distinguió a Jesús, quedó asombrada y corrieron a saludarlo. El les preguntó: “¿Sobre qué estaban discutiendo?”. Uno de ellos le dijo: “Maestro, te he traído a mi hijo, que está poseído de un espíritu mudo. Cuando se apodera de él, lo tira al suelo y le hace echar espuma por la boca; entonces le crujen sus dientes y se queda rígido. Le pedí a tus discípulos que lo expulsaran pero no pudieron”. (Mc 9, 15-18).

La pregunta de Jesús: “¿Qué discutes con ellos?”. Jesús sabe muy bien lo que ellos discuten en tu ausencia, Jesús sabe muy bien lo que los discípulos son capaces de hacer cuando Él no esta presente: pelean, disputan lugar, quieren saber quien es el mayor. Jesús ya había experimentado eso. A largo del camino, ellos discutían quien era el mayor entre ellos. Mientras eso, estas discusiones banales ocurren en el medio de los discípulos, el mal crece y domina el corazón de los hombres.

Que bueno seria si nosotros nos diéramos cuenta de eso y pudiera parar un poco de discutir por tonterías, por cosas banales y ocuparnos más del anuncio del Evangelio. Para nosotros, cristianos, esta es una gran responsabilidad y una gran exhortación. Somos diferentes, pensamos diferentes, pero no podemos perder tiempo con estas discusiones banales. Necesitamos dar nuestro tiempo para que la evangelización ocurra, para que el anuncio del Evangelio ocurra, porque mientras nosotros peleamos y discutimos, el mal crece.

Sin adherir a Cristo, nunca va existir eficacia en nuestra misión del anuncio del Evangelio

El espíritu que ataca ese niño es el espíritu mudo, mientras se discute por banalidad, el hijo es poseido por el espíritu mudo. Cuando se deja la predicación del Evangelio, el mal aprisiona los hijos de Dios en conflictos en todas las áreas: psicológica, neurológica, espiritual, corporal. El mal puede causar un daño espiritual, quien sabe, apartir de una herida, una herida emocional, una herida afectiva; él puede entrar en una área de nuestra vida, apartir de otra, porque somos integrados. Repito: mientras nos ocupamos de estas discusiones banales, el mal puede afectar el corazón de los hijos de Dios y poseer el corazón de los hijos de Dios.

Los efectos en la vida de la persona, los efectos del mal, mira: “tira el niño al suelo”, es decir, tira la persona del plomo de tu vida; “espumar”, esto es, la persona pierde el control de tus emociones; “cruje los dientes”, la rabia, la agresividad, la rigidez, la pierda de la sensibilidad y de la ternura, la persona se desfigura en tu identidad, mientras los discípulos, mientras yo y tu (nosotros) estamos peleando y discutiendo por cosas banales.

Los discípulos no consiguieran expulsar aquel espíritu. Ellos no consiguen porque no se dan cuenta de que ellos poseen aquel espíritu mal, el espíritu mudo, porque, mientras los discípulos están preocupados y ocupados con las discusiones de ellos, elles callan el anuncio del Evangelio.

Son los discípulos que están atormentados por aquel espíritu mudo. Y no da para servir a dos señores. Sin adherir a Cristo, nunca va existir eficacia en nuestra misión de anuncio del Evangelio. Necesitamos acoger Cristo en Su totalidad, el mensaje del Evangelio en su totalidad, dejamos las diferencias de lado y nos ocupamos verdaderamente del anuncio del evangelio.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!

Pai das Misericórdias

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