19 Sep 2020

Abramos nuestro corazón para la Palabra de Dios

“El sembrador salió a sembrar su semilla. Al sembrar, una parte de la semilla cayó al borde del camino, donde fue pisoteada y se la comieron los pájaros del cielo” (Lc 8, 5).

Me causa una profunda admiración mirar ese sembrador era muy imprudente porque salia tirando semillas para todo los lados, y él no era muy selectivo en el terreno donde tiraba sus semillas.

Si miramos en forma económicos, el dueño de una plantación, el dueño de una viña, el dueño de una hacienda, no va querer desperdiciar ninguna de sus semillas, por el contrario, él va primero preparar el terreno. Y aquel terreno que, de hecho, esta bien preparado es el terreno que va recibir la semilla. Es allí sembrar, aún que algunas semillas no puedan lograr, pero de hecho es que tu selecciona bien el terreno.

Aquí el sembrador sale para sembrar en todos los campos, en todas las realidades, hasta a la orilla del camino. La semilla cae en el camino, a la orilla del camino; la semilla cae en terreno pedregoso, en terreno espinoso, pero la semilla cae en un terreno que es bueno y allí produce frutos.

Es importante abrirse para la Palabra de Dios, dejar que ella cae en el medio de nosotros

El hecho es que no necesitamos mirar ahora para la economía, necesitamos mirar para el Reino de Dios, porque Él, de hecho, no hace selección de personas y de corazones. La Palabra de Dios es sembrada en todos los corazones, pero es el terreno que necesita abrirse para acoger la Palabra, es nuestro corazón que tiene que convertirse un terreno acogedor, que se abre para que la Palabra entre dentro de nosotros para que podamos producir frutos.

Aún que mi terreno sea disperso, que este dejado a la orilla del camino, la Palabra de Dios puede transformar ese terreno en un buen terreno, aún que mi terreno sea pedregoso y espinoso. Si creemos en el poder de la Palabra de Dios, Él transforma ese terrenos que esta perdido o improductivo, en un terreno que produzca los frutos del Reino de los Cielos.

Es importante abrirse para la Palabra de Dios, dejar que ella caiga en nuestro medio, en nuestro corazón, pero es necesario cuidar. Porque el problema de todo y cualquier terreno es cuando él no acoge, cuando no cuida de la semilla, cuando permitimos que esa semilla sea robada, maltratada, no caiga, no sea cuidada y no produzca frutos en nosotros.

No basta escuchar a Palabra de Dios, es necesario escucharla con atención y dedicación, pero, al mismo tiempo, con aplicación. Necesito tirarme en la Palabra porque ella se tira entera sobre mi y mi vida. Es necesario que yo realmente me ponga delante de la Palabra con amor, entero, me dedicando a ella, para que ella produzca muchos frutos en mi vida.

Tengo apreciado cada vez más las personas que han sido transformada por el poder de la Palabra de Dios, si aún no has sido, es el momento de analizar que terreno, que corazón y que mentalidad esta teniendo para acoger la Palabra de Dios que esta siendo sembrada como nunca en nuestros corazones.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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