“Entonces le presentaron a un sordomudo y le pidieron que le impusiera las manos” (Mc 7, 32)
Aquel hombre sordomudo que, con seguridad, fue perdiendo la audición delante de muchas circunstancias de la vida, y así también fue quedando mudo, porque quien no escucha también no consigue hablar, no consigue desarrollar la forma de hablar. Él ya hablaba tan poco, que tampoco puede pedir a Jesús que cure. Fueran las personas que pidieran y suplicaran por él.
¡Cuantas personas están necesitando acercarse de Jesús, pero ya no escuchan, ya no pueden hablar tampoco comunicarse bien! ¡Y como nosotros necesitamos ayudar unos a los otros para llegarnos en Jesús!
Necesitamos suplicar por la cura de nuestra sordera, porque necesitamos escuchar Dios y necesitamos escuchar unos a los otros. La sordera del mundo es esta, que no escucha Dios tampoco escucha a los demás.
¡Lo que es ser sordomudo, mi hermano, sino la persona que escucha solo a si misma, sus necesidades, su egoísmo e individualismo! Lo que es la sordera, mi hermano, mi hermana, sino la persona que esta cerrada en su mundo y no sabe comunicarse; con dificultad, no consigue expresar la verdad, porque esta sordo para también escuchar la verdad. ¡Este hombre [de la Palabra] fue sometido a la cirugía de Jesús; y como nosotros necesitamos, todos los días, sometemos a la cirugía del Medico, del Maestro Jesús, para sernos sanados de nuestra sordera!
¿Cómo es que Jesús nos sana? ¿Cómo es que Jesús nos da la audición de la gracia?
Primeramente, él alejo aquel hombre de la multitud. Entonces, salga del medio de la multitud, salga de la confusión de los ruidos del mundo, salga de las midias sociales, de la televisión, de los computadores, salga del teléfono móvil, salga de aquellas conversas que no son necesarias, salga para que tu puedas estar solo con Jesús. Deja que Él te quite del medio de toda la confusión que es el mundo.
Abre la mente, abre el corazón y todo tu ser para ser sanado por Jesús
Después, Jesús pone los dedos en los oídos de aquel hombre. Deja Jesús tocar tus oídos, porque tocar es tocar el corazón, dejar que la Palabra entre en ti. Cuando el ruido del mundo esta en ti, es posible estar en la Iglesia, pero la Palabra de Él no toca a ti, porque tu estas disperso, tu estas volando, estas en tus problemas, en tus ocupaciones y preocupaciones, no escucha Jesús y Su palabra ya no toca. Entonces, salga del mundo y deja, ahora, Jesús tocar en tus oídos, porque basta una Palabra de Él, basta una gracia de Jesús para que tus oídos puedan abrirse.
Después, Jesús escupió con la saliva y toco la lengua de él. Mira que belleza: la lengua de aquel hombre estaba impura, sucia, y él no sabia más tampoco clamar por el nombre de Dios. Jesús entro en la intimidad de él, toco la saliva de aquel hombre, toca en la lengua de él.
Dejame decirte: deja Jesús tocar nuestra lengua, deja abrir nuestra boca para clamar Su nombre, para pronunciar Su gracia, para bendecir, para adorar y glorificar, porque, a veces, nuestra boca se abre y solo habla lo que no edifica, y lo que no construye.
Abre la mente, abre el corazón y todo su ser para ser sanado por Jesús. Los oídos de aquel hombre se abren, su lengua se soltó y el comenzó a hablar sin dificultades. Nosotros vamos escuchar a Dios y vamos hablar de Dios sin dificultades, si nosotros dejamos ser cuidados por Jesús, operados por Él en Su gracia y en Su amor.
¡Dios te bendiga!