18 Jan 2023

Abre tu corazón para acoger el dolor del prójimo

“Después les preguntó: ¿Qué nos permite la Ley hacer en día sábado? ¿Hacer el bien o hacer daño? ¿Salvar una vida o matar? Pero ellos se quedaron callados. Entonces Jesús paseó sobre ellos su mirada, enojado y muy apenado por su ceguera, y dijo al hombre: Extiende la mano. El paralítico la extendió y su mano quedó sana” (Marcos 3,4-5).

Para que puedas reflexionar y comprender el vídeo necesitas ‘accionar el subtitulo en español’:

Miren, mis hermanos y mis hermanas, Jesús esta en la sinagoga, Él esta en el lugar de oración, esta en el lugar donde la Palabra de Dios es reflexionada y elaborado. Y Él encuentra allí una realidad muy cruel, encuentra, en aquella sinagoga, corazones resecados. El termino aquí es interesante, es kardioporosis, corazones que están fortalecidos, que perdieran la sensibilidad.

Que interesante, el hombre con la mano resecada y el restante de la sinagoga con el corazón resecado. Es dos realidades que nos impresionan: un hombre impedido de hacer algunos movimientos, algunas acciones debido la mano; y vários hombres impedidos de amar. ¡Que tristeza!

Cuando nosotros miramos esta realidad, vemos que Jesús se da cuenta de eso inmediatamente. Él se ha dado cuenta que, en aquel ambiente religioso, donde se debería aprender sobre el amor, las personas estaban cada vez más mirando para el propio ombligo y viviendo una práctica religiosa de una forma vacía. ¿Jesús que hace? Pone el hombre de mano seca en el centro, en el centro de las atenciones. Porque, ahora, el sufrimiento es puesto en la mirada de todos.

¿Dónde la vivencia religiosa puede ayudarme a tener un corazón más abierto a la necesidad del otro?

Tal vez, allí, en aquella sinagoga, muchos estuviesen fijados solo en los elementos de la sinagoga, pues allá había algunos elementos, una luz que quedaba encendida para indicar, recordar a la menorá, un conjunto de luces que hace parte de la composición del templo de Jerusalen.

En la sinagoga, tenía el Libro de la Tora, tenía el ambón de donde alguien hace la proclamación de la Palabra y la explicaba. Entonces, el riesgo es que aquellas personas estuviesen con sus miradas fijados en los elementos materiales y se olvidan del más importante, que era el sufrimiento de aquella persona que estaba allí en aquella sinagoga.

¡No es diferente en los tiempos de hoy! Corremos el riesgo de entrar en nuestros lugares de celebración, admirar los íconos, admirar los elementos que componen nuestras hermosas iglesias — gracias a Dios — , pero nos olvidemos del más importante, que son las personas, los hermanos de comunidad que están sufriendo, que están padeciendo por alguna realidad, pero nuestras mirada esta fijada en otras cosas.

No podemos olvidarnos del rostro de las personas, podemos caer hoy en esta misma trampa, sernos lectores diligentes de la Palabra de Dios, frecuentadores aquí de nuestro canal, que acompañan la Homilía Diaria, pero insensibles a los sufrimientos de los demás.

Puedo, hoy, mirar para mi consciencia, y tu también puede mirar para tu consciencia y percibir —”¿Dónde es que puedo mejorar? ¿Dónde es que puedo crecer? ¿Dónde es que la vivencia religiosa puede ayudarme a tener un corazón más abierto y más sensible a la necesidad del otro?”

Nuestro Señor no quiere que nuestros corazones se endurezcan, resequen, pero Él quiere que nosotros aprendamos a amar todos los días.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!

Pai das Misericórdias

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