“Jesús para sus discípulos: Si tu hermano ha pecado, vete a hablar con él a solas para reprochárselo. Si te escucha, has ganado a tu hermano” (Mt 18, 15).

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Todos nosotros estamos vulnerable al error; todos nosotros podemos equivocarnos, podemos pecar. Y, cuando estamos ante el error de nuestros hermanos, no podemos quedar pasivos, pero debemos saber también corregirlos. Corregir los errores de nuestros hermanos, no en la pretensión de pensar mejores que ellos, pero, por encima de todo, porque es una practica cristiana; es una actitud cristiana corregir nuestros hermanos.

La corrección fraterna – como podemos ver –, tiene sus raices en el Evangelio: si queremos lograra la santidad, necesitamos corregir y ayudar nuestros hermanos a darse cuenta de sus errores y, así, salir de ellos. ¡Todos nosotros tenemos dificultad en reconocer nuestras propias faltas, por eso, la corrección fraterna es algo tan importante, es algo fundamental para todos nosotros!

La practica de la corrección fraterna es una prueba de amor y de confianza

es importante saber hacer la corrección dejando de lado la omisión y el respeto humano, pero también es importante acoger cuando somos corregidos. Estas dos actitudes: corregir y aceptar ser corregidos son señales de una caridad cristiana madura, de alguien que esta maduro.

Es necesario, mis hermanos, tener una actitud de humildad y disposición para aceptar la corrección también. Solo cuando una persona esta dispuesta a aceptar la corrección fraterna y, allí, enmendar su vida, es donde ella también sabrá cuando y como va ser apropiado hacer una corrección fraterna, corregir alguien. Quien no acepta corrección, dificilmente sabrá corregir sus hermanos.

Y corregir con caridad es señal claro de amor. Jesús nos enseña a vivir el papel de un juez misericordioso, que trata con comprensión aquellos que equivocan; que trata con el amor aquellos que necesitan de corrección. Por eso, la practica de la corrección fraterna es una prueba de amor y de confianza.

Quien corrige, corrige porque ama; y quien acepta la corrección, acepta porque ha comprendido que aquella persona esta corrigiendo por amor. ¡Todos nosotros estamos saber corregir, pero también dar gracias cuando somos corregidos!

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!