“Ellas se fueron al instante del sepulcro, con temor, pero con una alegría inmensa a la vez, y corrieron a llevar la noticia a los discípulos. En eso Jesús les salió al encuentro en el camino y les dijo: Paz a ustedes. Las mujeres se acercaron, se abrazaron a sus pies y lo adoraron. Jesús les dijo: No tengan miedo. Vayan ahora y digan a mis hermanos que se dirijan a Galilea. Allí me verán” (Mateo 28, 8-10).
A Antífona de entrada de la misa de hoy, nos invita a proclamarnos con alegría. “El Señor resucito de los muertos, como había anunciado. Exultemos de alegría, porque Él reina eternamente. Aleluia”.
El Domingo de Pascua es un misterio tan gran, que la Liturgia no dedica solo un día a él, Pero, durante toda esta semana, celebraremos como si fuese un único día, las octavas de Pascua. Una alegria tan gran y tan intensa, que estos ocho días son como un largo domingo, porque no es posible contener en un único día la alegría de saber que Jesús esta vivo, Él resucito.
Y fue justamente esta gran alegría que llena el corazón de estas mujeres, que luego por la mañana fueron a la tumba. Las mujeres que seguían el Señor, movidas también por Su amor, fueron visitar el sepulcro de Jesús luego por la mañana, sin embargo ellas vuelven inmediatamente para la casa para contar a los demás lo que había ocurrido: “Encontramos la tumba vacia y encontramos Jesús. Él esta vivo”. Las mujeres partirán deprisa del sepulcro, va decir el Evangelio. Estaban con miedo, pero corrieran con gran alegría para dar la noticia a los discípulos.
Lo que nos mueve a la evangelización es el amor que nace del encuentro con el Resucitado
Es el propio Cristo resucitado que va al encuentro y confía a ellas la misión de anunciar la resurección: “Id anunciar a mis hermanos que se conducen para la Galilea. Allá ellos me verán”, ellas experimentan esta alegría que es mayor que todo miedo causado por las escenas de la crucifixión.
Nosotros también somos llamados a encontrar el Señor resucitado, y así todo miedo que nosotros tenemos, todo el miedo por la ausencia del Señor, por las escenas de la crucifixión también necesitan salir de nuestro corazón para dar espacio a esta alegría y así nos convertimos también testimonias del Resucitado.
El encuentro con el Resucitado es lo que nos va motivar para el anuncio. Y lo que nos hace superar los miedos y las inseguridades es saber que Jesús esta vivo, Él vive. El amor que mueve estas mujeres para ir hasta la tumba es ahora potencializado por el encuentro con el Señor vivo.
Mis hermanos, dejemos con que esta alegría potencialice también, dentro de nosotros, el deseo de anunciar que Jesús esta vivo; el deseo de hablar a todas las personas que el Señor resucito, que Él verdaderamente esta vivo.
La fuerza del testimonio nace de ese amor sincero a Jesús. Lo que nos mueve a la evangelización es el amor que nace del encuentro con el Resucitado, busquemos a Jesús resucitado, Él vive, verdaderamente esta vivo.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!