“Mas después que Juan fué encarcelado, Jesús vino á Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, Y diciendo: El tiempo es cumplido, y el reino de Dios está cerca: arrepentíos, y creed al evangelio” (Mc 1, 14-15).

Estamos en el primer domingo de este tiempo de Cuaresma. La Cuaresma, como ya reflexionamos y hemos vistos, es un tiempo de purificación de nuestros pecados, es un tiempo donde tenemos la oportunidad de vivenciar este tiempo donde Dios nos recuerda y nos da siempre la oportunidad de vivir una vida nueva. Somos recordados que Dios es misericordia y que Él ha venido para quitarnos de la vida vieja.

Ver nuestras faltas y nuestros errores es volver para el buen camino porque solo vuelve para el buen camino aquel que reconoce que esta en el mal camino, aquel que reconoce: “Mira, ese camino aquí no esta correcto. Necesito regresar, necesito volver”.

El Evangelio de hoy presenta Jesús siguiendo para el desierto, que es el lugar de la aridez, de los desafios, pero también el lugar del silencio. Y son en estos momentos de desafio, de aridez, y silencio que somos también probados en nuestra fe, somos provocados a volver esta sintonía con Dios.

Por eso, la Cuaresma es un tiempo también de preparación de nuestra fe. Quien no esta preparado, quien no se prepara para vivir este tiempo va poco a poco sucumbir también; es un tiempo de silenciar.

Si dejarnos Dios realizar en nosotros la obra que Él desea, resucitaremos para la vida nueva

Jesús permaneció en el desierto durante 40 días.. Estamos comenzado ahora un camino cuaresmal que significa también nuestros 40 días de desierto, 40 días de escucha de Dios, 40 días donde somos llamados a volver el buen camino, a silenciar, a mirar para nuestra vida y revisar.

En este desierto, Jesús también fue tentado por satanás, el propio Hijo de Dios fue tentado en el desierto. Imaginemos: si ni el propio Hijo de Dios no dejo de sufrir tentaciones, imagina nosotros, pero el desierto nos da condición, Dios nos da condición para vencer la tentación.

Es en el desierto de la vida que somo también fortalecidos para vencer las tentaciones. Somo tentados constantemente por satanás, ni siempre vamos tener la resistencia de Jesús, nos va faltar fuerza, pero es Él quien viene en el auxilio de nuestras debilidades.

Somos debilitados y pequeños, pero tengo la seguridad que, después de estos 40 días en el desierto, la Palabra nos habla que Jesús volvio para la Galilea, para predicar la buena nueva.

Si vivimos bien estos 40 días, si dejarnos Dios realizar en nosotros la obra que Él desea realizar, resucitaremos para la vida nueva y tendremos fuerza y condición para vencer todo y cualquier probación.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!