“No den lo que es santo a los perros, ni echen sus perlas a los cerdos, pues podrían pisotearlas y después se volverían contra ustedes para destrozarlos. Entren por la puerta angosta, porque ancha es la puerta y espacioso el camino que conduce a la ruina, y son muchos los que pasan por él.” (Mateo 7, 6.13).
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Bueno, mis hermanos, son dos conceptos que aparecen aquí, en el Evangelio de hoy, en este martes. Y nosotros queremos que la Palabra de Dios nos ayude a comprender un poco más sobre nuestra propia vida, sobre lo que esta en nuestro corazón. No se da intimidad para cualquier persona, tu sabes de eso. Tu no compartes de las cosas preciosas de tu corazón para cualquier persona.
Existen perolas de nuestra vida que nosotros debemos elegir, pero elegir juiciosamente, es decir, con mucho discernimiento, nosotros necesitamos elegir a quien dar, con quien compartir, con quien dividir determinadas cosas.
Nosotros sabemos que existen algunos ambientes de sigilo que protegen nuestros secretos; por ejemplo, con un sacerdote en el sacramento de la confesión, tu tiene oportunidad de abrir tu corazón y tener tus secretos protegidos por el sigilo sacramental. Existe, por ejemplo, un psicologo que, en la terapia, tiene el secreto profesional, tiene su ética profesional y va guardar también lo que compartes. Existe el director espiritual también, que acompaña tu camino, tu progreso espiritual en la vida espiritual, él también mantendrá en el secreto lo que tu compartes.
A veces, es necesario de un corazón así para poder dividir nuestra intimidad, o tal vez, una otra realidad, un otro contexto, una persona que sea muy importante a tu corazón, un amigo en quien confía plenamente. Será también un espacio donde tu puedes compartir y dividir tu intimidad.
Jesús esta llamando la atención, muchas veces, sobre esta prudencia de las cosas preciosas, y aquí no hablo solo de las realidades de nuestro corazón, hablo también de las verdades de la fe, de las preciosidades de nuestra fe que necesitamos, justamente, compartirlo con corazones que están dispuestos a hacer de ellas realmente un uso precioso. ¡Eso es muy importante en nuestra predica de la Palabra de Dios!
Tu no compartes de las cosas preciosas de tu corazón para cualquier persona
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Ahora, mucha atención, atención a la tentación de vivir todo solo y de no abrir nunca para nadie. Porque, con todas las realidades que traemos en nuestro interior, podemos pasar por la tentación de nunca dividir eso con nadie, pasar toda la vida sin tener un corazón, en esta Tierra, para poder dividir nuestra intimidad, los secretos de nuestros corazón. ¡Mucho cuidado! Eso nos enferma, eso nos hace mal, eso contraria lo que es propio del ser humano que necesita del otro, que necesita también dividir sus angustias, sus dolores, su camino espiritual. Necesitamos de esta realidad.
Por fin, el segundo tema que apareció es justamente la verdad de que el Evangelio es una puerta estrecha. Cristianismo no es un paseo, cristianismo no es un divertimiento, pero cristianismo es la subida del calvario, cristianismo es la configuración a Cristo Señor, al corazón de nuestro Dios, de nuestro Señor.
Entonces, también en nuestra vida nosotros necesitamos adherir la Palabra del Señor, rechazar todo lo que es contrario a ella, pero, muchas veces, eso va ser hecho con mucho sacrificio, con mucha lucha y con mucha oferta. ¡Que la gracia de Dios nos ayude!
Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
