“Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar. Respondiendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche hemos estado trabajando, y nada hemos pescado; mas en tu palabra echaré la red. Y habiéndolo hecho, encerraron gran cantidad de peces, y su red se rompía” (Lc 5, 4-6).
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Mis hermanos y hermanas, “en atención a tu palabra”… Esta expresión utilizada por Pedro, traducida de esta forma, se encuentra en el griego original solo como un prefijo “epi”, que significa “sobre, encima de algo”. Algo aparentemente sencillo, pero que revela la relación del discípulo con su Maestro, una sumisión incondicional a Su Palabra.
Cuando la orden es lógica o racional, incluso parece muy fácil obedecer la Palabra de Jesús. ¿Pero cómo creen que fue, por ejemplo, para Pedro obedecer la orden de un carpintero que de pesca no entendía nada? ¿Obedecer a Su palabra, obedecer a Su orden? ¿Cómo es para ti acoger una palabra de Jesús que derrumba todos tus planes, todos tus proyectos personales? ¿Una palabra que desinstala, una palabra que molesta, que solo se ve como absurda, ilógica, sin sentido? ¡Cuántas veces la voluntad de Dios se manifiesta, en nuestra vida, con cosas aparentemente absurdas!
Volvamos al detalle del prefijo “epi”, que, como dije, significa “sobre”. Jesús llamó a Pedro -y llama a cada uno de nosotros- a aprender, a caminar apoyados en Su Palabra, teniéndola por debajo de los pies. Tenemos que aprender a lanzar las redes cuando Jesús nos pide, a dar un paso en la vocación cuando Jesús nos pide, a tomar una decisión importante en nuestro trabajo cuando Jesús nos pide, a romper con la situación cuando Jesús pedir… Es decir, la solicitud de Jesús es importante para nuestro caminar.
Solicitud divina
Si no hacemos esto, las redes de nuestra vida estarán siempre vacías, y seremos eternamente frustrados e insatisfechos. Si, por el contrario, obedecemos a la Palabra de Jesús, veremos tal cantidad de las gracias de Dios en nuestra vida, que no solo llenarán nuestra vida, sino que se desbordarán en la vida de los demás, como aquella red que quedó llena de peces.
Obedezcamos a la Palabra de Dios y recogeremos las gracias que Él tiene para nosotros.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!