09 Aug 2023

Tu fe insistente causa admiración al corazón de Dios

“Jesús contestó: No he sido enviado sino a las ovejas perdidas del pueblo de Israel. Pero la mujer se acercó a Jesús y, puesta de rodillas, le decía: «¡Señor, ayúdame!»” (Mt 15, 24-25).

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En el comienzo del Evangelio de hoy, podemos escuchar que Jesús, de tiempos en tiempos, se recogía con Sus discípulos para otros lugares para descansar de la misión. En la pasaje de hoy, Jesús se recogía para una región de Tiro y Sidonia. Es decir, Jesús sale de los limites de la Galilea y va para una región pagana, una región que no era habitada por los judios, pero sí por los cananeus, de cultura helenística; un pueblo de cultura pagana. Sin embargo, aún fuera de su territorio, aún estando en una tierra pagana, la fama de Jesús ya había llegado allí.

El Evangelio de hoy nos habla que una mujer, una madre, viene al encuentro de Jesús para pedir ayuda. Es decir, era una mujer que, aún siendo pagana, tenía confianza en el pode de Jesús. Seguramente, ya había escuchado hablar que Él había realizado grande obras y milagros.

Dios no rechaza nada aquel que es insistente y tiene fe y confianza profunda en Él

El Evangelio cuenta que esta mujer se puso a gritar: “¡Señor, hijo de David, ten piedad de mí! Mi hija esta cruelmente atormentada por un demonio!” Esta mujer no pertenecia al pueblo elegido, pero reconoció en Jesús “el Mesías esperado”, y reconociendo a Él no perdió la oportunidad de pedir por su hija.

Inicialmente, podemos incluso pensar que Jesús ignoro el clamor de esta madre, podemos pensar que Él habría sido grosero al comparar aquella mujer con los perros. El Evangelio nos muestra que Jesús dijo que no quedaría bien dar el pan destinado a los hijos, a los perros, pero, sin embargo, aquella mujer, que aparentemente estaba siendo ignorada, fue insistente; ella tuvo fe y no desistió de lo que quería. Jesús, al ver esta insistencia, ha dado lo que ella tanto quería.

Porque Jesús ha visto en ella una mujer de fe, Él no desprecio la fe de ella. Si fuese por meritos, nadie sera merecedor de favores y gracias de Dios, pero, aún no siendo merecedor como aquella mujer – que no pertenecía al pueblo elegido —, debido de la fe que ella tenía, debido su insistencia, ella causo admiración a Dios.

Nuestra fe, nuestra insistencia causan admiración al corazón de Dios. Él no rechaza nada para aquel que es insistente y tiene fe y confianza profundas en Él. Por eso, mis hermanos, no desistamos tan facil, busquemos, gritemos, clamemos por el Señor, manifestemos nuestra confianza, nuestra fe y nuestra insistencia, porque, en el tiempo correcto, el Señor realizara lo que aquellos que tienen fe piden a Él.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!

Pai das Misericórdias

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