24 Jul 2019

La semilla de la Palabra produce frutos en nosotros

“Otros granos, finalmente, cayeron en buena tierra y produjeron cosecha, unos el ciento, otros el sesenta y otros el treinta por uno” (Mt 13, 8)

Jesús, el Buen Sembrador la semilla de la Palabra. Y no podemos hacer otra cosa, porque también sembramos la semilla de la Palabra de Dios, y es esta semilla que produce frutos, nos convierte y transforma.

Tal vez nos preguntamos: “¿Por que no me convierto? ¿Por que no me transformo? Por que mi vida no es cambiada?”. La pregunta es: ¿Cuál es el terreno que esta cogiendo la Palabra? ¿Qué terreno somos nosotros?

El primer terreno donde cae la Palabra es el camino. Sabemos que aquello que queda al borde del camino, los pájaros comen. Recibimos la Palabra, ella llega en nuestro corazón, pero somos muy distraídos, fácilmente perdemos el centro. Estamos en la Misa, en las celebraciones, pero la cabeza esta volando, por eso la Palabra sembrada viene, ella cae, pero fácilmente es robada.

La semilla cae en nuestro corazón y, muchas veces, encuentra un terreno muy pedregoso; y en el terreno pedregoso falta profundidad, porque tiene piedras, pero no tiene raíces profundas. Es decir, quedamos siempre en la superficialidad y luego las piedras de los caminos de la vida van matando la semilla de la Palabra, porque falta profundidad, falta ir más fondo, sumergimos en aguas más profundas de la Palabra de Dios.

Yo hago cuestión de decir: no quedes solo en el oído de la Palabra, pero entra más profundo de ella, porque cuanto más sumergimos, más riquezas la Palabra de Dios actúa en nuestra vida y en nuestro corazón.

Es importante que la Palabra crezca, aparezca y este mostrando los frutos a cada día de nuestra vida

Parte de la semilla de la palabra cae en medio de un terreno espinoso, que es un corazón lleno de espinos, lo cual, fácilmente, sofoco la Palabra, quita tu centro fuerza en nuestra vida.

Son muchos espinos, muchas preocupaciones, problemas que enfrentamos aquí y allá, pasiones que tenemos en la vida y que van sofocando la Palabra. Sin embargo, necesitamos ser el buen terreno; la gracia que necesitamos pedir a Dios, todos los días, es que nuestro corazón sea fértil, una tierra fecunda, donde la Palabra de Dios llega, cae y va produciendo frutos.

No vamos producir en la misma proporción, como dice la Palabra: unos caen en tierra buena y producen en la base de cien, de treinta o incluso de diez, pero es importante que produzca frutos. Es importante que la Palabra crezca y esté mostrando los frutos a cada día de nuestra vida. Por eso, pongámonos delante de la Palabra.

La Palabra es la gracia de Dios sembrada en nosotros. Él desea que produzcamos frutos. No dejemos que nuestra vida se convierta aquella situación estática, paralizada, donde mal conseguimos producir una sonrisa.

Esperanza, fe y animo. Si no estamos produciendo los frutos de la gracia, el problema no es la gracia, es el terreno donde la gracia es sembrada, pero no se convierta fecunda, porque no sabemos acoger la Palabra de Dios.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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