25 Feb 2020

La sabiduría que viene del corazón de Dios es la del servir

Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos” (Mc 9, 35)

Los discipulados de Jesús estaban discutiendo por el camino quien era el mayor, quien era el más importante, quien sabía más, quien tenía razón. La discusión de los discípulos de ayer es también la dos discípulos de hoy, y esta también esta en la sociedad, porque, todo el mundo quiere ser mayor, quiere ser más importante, quiere saber más.

El ímpetu del orgullo humano, de nuestra soberbia nos lleva a querer contraponer, nos lleva la querer discutir y, por encima de todo, se imponer sobre los demás. Entonces, nacen las tensiones, las peleas, los conflictos: dentro de casa, el marido quiere saber más que la mujer; la mujer quiere tener más razón que el marido y, después, los hijos también quieren discutir porque creen que la madre y el padre no saben de nada, entonces, comienzan aquellas discusiones. En las relaciones fraternas tiene hermanos que comienzan a discutir desde pequeños: un hermano quiere callar el otro, quiere saber más del otro.

En nuestros grupos de convivencia escolar, familiar, de trabajo, donde nosotros estamos y, ahora, con el adviento de las redes sociales es que las discusiones están cada vez más acaloradas. El sosiego del corazón de alguien es cuando consigue callar la otra persona, diciendo: “Yo tengo razón, yo que sé”.

Quedo mirando para Jesús, Él simplemente silencia delante de las discusiones tontas que nosotros promovemos en nuestros ambientes, en nuestras redes y en nuestras convivencias, porque, esta mentalidad es mundana, ella no es mentalidad del Reino de los Cielos.

La sabiduría que viene de Dios no engendra la destrucción, y sí la comunión

La mentalidad del Reino de los Cielos es otra: quien quiere ser el primer, saber más, tener la razón; quien se cree el más sabio, el más conocedor. Póngase en último lugar como servidor de todos, y no se ponga por encima de los demás, no prevalezca sobre los demás, no póngase para humillar. No se ponga para, de hecho, estar mejor o saber más que los demás. Tu incluso puedes saber más y incluso tener razón, pero tu la pierdes cuando utiliza para sobreponer, sobresalir; cuando tu pones la razón al servicio de tu orgullo, de tu ego o de los dichos conocimientos que tu crees que tiene.

Nosotros necesitamos volver para el corazón de Jesús: corazón manso, humilde, corazón que busca el último lugar y que busca servir a todos. Nosotros necesitamos ponernos al lado corazón de Jesús para jamás humillas, pelear; jamás “creer” más que los demás. Por más razón que podamos tener, nosotros la perdemos cuando la usamos en la discusión para ponernos por encima de los demás.

La sabiduría que viene de Dios es mansa, es humilde; ella promueve la cordialidad y viene de un corazón afable, amable; ella construye y no destruye las relaciones humanas. La sabiduría que viene de Dios no engendra la destrucción, y sin la comunión. La sabiduría que viene del corazón de Dios es la de servir, y no la de bajar la cabeza para parecer una “falsa humildad”. La sabiduría que viene de Dios es aquella de bajar la cabeza para dejar el otro ser lo que sabemos que no él no es.

Miremos para Jesús y aprendemos con Él (…) podernos temperar nuestras relaciones

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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