“Les dejo la paz, les doy mi paz, pero no como la da el mundo. ¡No se inquieten ni teman!” (Jn 14,27).
El Señor nos da Su paz, porque todo lo que nosotros necesitamos es de la paz que viene de Dios y no de la paz que viene del mundo, porque el mundo, desgraciadamente, vive una falsa paz, las personas hacen mal unas a otras y sienten paz cuando llevan ventaja, cuando se sobresalen sobre los demás, muchas veces, perjudicando. Quien no tiene una consciencia recta o vive una consciencia de cualquier forma , no experimenta la paz de una rectitud de consciencia, la paz de estar en Dios; entonces, muchas veces, es criticado, olvidado, viviendo muchas cosas negativas de este mundo.
Dejase invadir por la paz que viene de Dios. Él es nuestra paz, y la paz que viene de Dios es salud, el equilibrio emocional que todos nosotros necesitamos. No es simplemente la paz de la ausencia de conflictos, porque vamos tener conflictos con nosotros, con nuestros hermanos, con las situaciones, con la vida, pero necesitamos, justamente, de la paz para solucionar los conflictos.
Los conflictos nos derrotan y nos dejan agonizando cuando no tenemos paz en el corazón, por eso permitamos que la paz que viene de Dios, la paz que es el propio Dios, pueda entrar en nuestro corazón. Esta paz vence toda la perturbación, que quita nuestra paz interior y grita nuestra salud emociona, viene del Señor.
La paz que vence toda la perturbación, que quita nuestra paz interior y agita nuestra salud emocional, viene del Señor
Dos cosas con importantes. La primera de ellas es la reflexión, es sumergir el alma en Dios, sumergir el corazón en Cristo, tranquilizar el alma para que ella tenga en objetivo en el esencial. La reflexión que nos purifica, nos lava y tranquiliza por dentro.
Necesitamos del silencio interior. No solos basta el silencio de no abrir la boca, porque tenemos muchos ruidos dentro de nosotros, muchas cosas agitando, perturbando e inquietando nuestro corazón. Cuando partimos para la reflexión, meditamos el amor de Dios, la Pasión de Cristo, la palabra de Dios y todo aquello que Él nos trae para dar la paz. La Palabra entra en nosotros y nos trae la serenidad del alma de tanto anhelamos.
Busquemos vivir en paz unos con los otros, viviendo en esta paz que viene del corazón de Dios.
¡Dios te bendiga!