29 Oct 2020

La gracia de Dios nunca deja de amarnos

“¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados! ¡Cuántas veces quise reunir a tus hijos, como la gallina reúne bajo sus alas a los pollitos, y tú no quisiste!” (Lc 13, 34).

Miro para Jesús que mira para Su ciudad Jerusalén, llora y lamenta sobre ella. Él siente el dolor en su corazón por esta ciudad que Él quiso unir, unificar y bendecir. Jesús dio el ejemplo, incluso, de gallina que reúne los pollitos debajo de su asa, pero Jerusalén no quiso, ella rechazo, maltrato y condeno. Y aquí no estoy refiriendo a una ciudad, pero a los lideres de la ciudad, muchos pueblos de aquella ciudad santa y bendecida.

Jesús también tuvo dramas en su vida, y dramas duros. El drama de Jesús es el drama de un padre, de una madre que, muchas veces, esta llorando sobre sus hijos. La madre que cuido, y padre que cuido, muchas veces, los hijos y no consiguen mantener unidos en el amor y en la fe. Por eso, madre, padre, hombre y mujer que, muchas veces, necesitan lamentar los dramas de la vida, no pasamos por los dramas porque Dios quiso, porque fue Dios quien nos mando ese drama. Pasamos porque, muchas veces, los demás no corresponden a la gracia que fue dada, así como Jerusalén no correspondió a la gracia de ser a la ciudad de Dios, a la ciudad del gran Rey.

No permitamos que nuestra vida se destruya, y sí que sea reconstruida en la gracia y en la misericordia de Dios

Cuando miramos el amor con que David edifico esta ciudad y, después, miramos para la historia, la ciudad es cercada, reconstruida y levantada, también se convierte la ciudad que maltrata y no acoge el Salvador. ¡Que drama! Pero la gracia de Dios nunca dejo de amarla.

Así también la gracia de Dios nunca dejo de amar a ti, nunca dejo de amar los Suyos, pero ni siempre los nuestros corresponden a la gracia que fue dada, al amor que fue confiado, al amor que es dado. Por eso, hoy, tenemos que primero llorar por nosotros, lamentar por nosotros, cuando no queremos escuchar y corresponder al Señor, cuando no respondemos prontamente a la gracia de Dios, pero el llanto y el lamento por el hijo de nuestros padres, lloro y lamento por aquellos que, muchas veces, recibieran el llamamiento y la gracia de Dios y no corresponden a ella.

No hay mal ninguno en lamentar y llorar, porque Jesús así lo hizo. El único mal es no convertirse, no seguir escuchando la voz de Él, para que no nos perdamos de la misma forma que Jerusalén se perdió y fue toda destruida.

No permitamos que nuestra vida se destruya, y así que sea reconstruida en la gracia y en la misericordia de Dios.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

Pedido de Oración

Enviar
  • Aplicativo Liturgia Diária

    Com o aplicativo Liturgia Diária – Canção Nova, você confere as leituras bíblicas diárias e uma reflexão do Evangelho em texto e áudio. E mais: você ainda pode agendar um horário para estudar a palavra por meio do aplicativo.