“Libro de la genealogía de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob, Jacob engendró a Judá y a sus hermanos. Judá engendró a Fares y a Zara, de Tamar. Eliud engendró a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob, Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo. Así, todas las generaciones desde Abraham hasta David son catorce; desde David hasta la deportación a Babilonia, catorce; y desde la deportación a Babilonia hasta Cristo, catorce” (Mateo 1, 1-17).
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Hermanos y hermanas, la genealogía de Jesús nos recuerda la venida de Dios a este mundo, ¿y de qué manera se realiza?
La venida de Dios a este mundo se realiza en familia; en algunas, con historias trágicas; en algunas familias, con historias fallidas. Pero Él transforma esa historia desde dentro, así como Él transforma nuestra historia desde dentro.
Dios entra en nuestra historia humana para redimirla, para plenificarla, elevarla. En Dios, somos elevados, porque Él desciende hasta nosotros, se abaja hasta nuestra realidad.
San Mateo comienza diciendo, en el libro del origen de Jesucristo, hijo de David, hijo de Abraham. Entonces, aquí ya está el centro de lo que Él quiere comunicar. Jesús es el Mesías prometido, enraizado en la historia de Israel, pero Él también es el nuevo comienzo de la humanidad. Eso lo vemos en esta genealogía.
Dios entra en nuestra historia
Jesús no aparece como alguien que cayó del cielo, sino que aparece, en verdad, como alguien inserto en una historia concreta de esas familias, de esa genealogía, con todas sus luces, pero también con las sombras que allí están. Dios entra en nuestra historia así también. Él no nos salva desde fuera, sino desde dentro. Esa es la realidad concreta de la gracia de Dios en nuestra vida: Él nos salva desde dentro. Dios escribe la historia de la salvación con hombres y mujeres imperfectos.
Así, hermanos y hermanas, la santidad no nace de la perfección, sino de la fidelidad de Dios, que nunca abandona nuestra historia.
La santidad es la fidelidad de Dios a nuestra historia personal, a nuestra historia vocacional, que es transformada por Su presencia, pero necesita de nuestra apertura de corazón.
Esta genealogía revela que la historia de la salvación está hecha de altos y bajos, de fidelidad y también de infidelidades, pero, al final, lleva hacia Cristo, el verdadero centro de la historia.
Un nuevo comienzo en Cristo
Por eso, en el versículo 16, esto es muy importante, pues allí somos sorprendidos: “Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús”. El texto cambia la lógica de la generación. José no engendra a Jesús, sino que es presentado como el esposo de María, y es de María de quien nace el Salvador.
¡Este giro crucial en el texto que escuchamos muestra que con Cristo comienza algo nuevo! En Él vemos que vivimos un nuevo comienzo. Y esta genealogía termina donde nace la verdadera novedad, ¡el Verbo se hace carne!
Ahora, Dios no actúa solo por la carne y la sangre, sino por el Espíritu. Entonces, hermanos y hermanas, el nacimiento de Jesús es señal de una nueva creación, es señal de un nuevo tiempo.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!



