“En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Como el Padre me amó, así también yo los he amado a ustedes. Permanezcan en mi amor. Ustedes son mis amigos, si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor. Yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que he oído de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino que fui yo quien los elegí a ustedes” (Juan 15, 9-17).

Estar en su debido lugar

Mis hermanos y mis hermanas, hoy 14 de mayo, es día de San Matías, apóstol. Seguramente ya han oído esa expresión popular, “la fila avanza”, ¿verdad?

Para quien es de Portugal, aquí en Brasil, solemos decir que “la fila avanza” cuando uno está esperando en el banco para ser atendido o en el supermercado, y le llega el turno a otra persona. O también al final de una relación entre dos personas, donde una de ellas deja el amor antiguo y va a buscar un nuevo amor.

Bueno, eso es lo que Jesús no quiere para ninguno de nosotros. Él no quiere que otra persona ocupe nuestro lugar. Él quiere que cada uno de nosotros esté en su debido lugar. Si estás casado, sé fiel hasta el final. Si eres sacerdote, sé fiel a tus compromisos hasta el final. Si te has consagrado a Dios, honra tus votos.

Jesús dice en el Evangelio de hoy: “Permanezcan en mi amor”. Si permanecemos fieles a nuestro llamado, nuestra alegría será completa. ¡Será plena!

Jesús trató a Judas como un amigo. Jesús lo amaba, Jesús confiaba en él.

Judas era cleptómano, tenía el vicio de robar cosas. Y, aun así, Jesús puso a Judas a cargo de administrar la bolsa de las finanzas.

El drama es que, aun habiendo sido elegido por Dios para una situación tan hermosa, Judas traicionó a su maestro y tomó otro camino.

Entregó a Jesús a las autoridades, expuso a toda la comunidad de los discípulos al peligro del Imperio Romano, mintió, se apoderó de algunas monedas para sacar a Jesús de escena.

En su lugar, la comunidad tuvo que elegir otro nombre, Matías, que es el apóstol que celebramos hoy.

Un hombre que estuvo siempre junto al grupo de los discípulos. Y que permaneció siempre fiel a la comunidad.

Jesús no quiere que ninguno de los suyos se pierda, pero es inevitable que haya escándalos, sobre todo en un ministerio en el seguimiento de Jesús.

Que no nos dejemos llevar por la codicia del tener y del poder, y no perdamos así nuestra vocación dentro de la Iglesia.

Que, en nuestro caso, la fila no avance, sino que cada uno permanezca en su lugar sirviendo a Jesucristo.

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!