05 Aug 2020

La fe nos hace luchar por lo que creemos

“La mujer contestó: Es verdad, Señor, pero también los perritos comen las migajas que caen de la mesa de sus amos. Entonces Jesús le dijo: Mujer, ¡qué grande es tu fe! Que se cumpla tu deseo. Y en aquel momento quedó sana su hija” (Mt 15, 27-28)

Miro para el corazón de esta madre que no sufre por ella, por por la hija, y el sufrimiento de la hija es dos veces mayor en el corazón de la madre, porque la madre encarna en sí todo aquello que el hijo esta pasando, viviendo, sintiendo y sufriendo. La madre en sí: “¡Mi hijo, como quería estar en tu lugar!”.

Toda madre quiere sufrir en el lugar del hijo, porque no aguanta ver su hijo sufrir. Esta mujer no fue implorar por ella, pero por su hija que estaba siendo cruelmente atormentada por un demonio. Ella fue atrás de Jesús, porque solo Él podía traer la liberación d que su hija necesitaba.

Jesús estaba primero ocupado con las ovejas de Israel, aquellos a quien Él vino en primeri lugar, pero es importante decir que Jesús no vino solo para la casa de Israel. Él vino para todos, incluso para nosotros, pero Él quiso, primero, los de la propia casa.

La fe es insistente, nos hace ir atrás de lo que creemos, no de lo que queremos, pero de Aquel que puede darnos

De nada vale querer llevar la Palabra de Dios para el mundo entero, pero no llevarla para dentro de casa. ¡Que incoherencia! ¡Que inconsistencia y falta de sentido! Entendiendo que esa era Su primera misión. Jesús estaño, porque la mujer era siro-fenícia, no hacia parte del pueblo de Israel, por eso Jesús utiliza proverbio muy común para los judíos: “No conviene quitar aquello que es del dueño para servir los perros. No puedo quitar el pan de los hijos, para tirarlo a los perritos”.

Además, Él utiliza la expresión cariñosa “perritos”, porque, en la cultura judaica, aquellos que no eran judios era perros. La fe de esta mujer era impresionante. “Es verdad, si no cabe quitar el pan de los hijos, los perritos comen las migajas. Señor, dame las migajas, para mi ellas son suficiente. Dame el tiempo que esta sobrando, dame lo que restar, pero lo que el Señor me pueda dar va ser más de lo que necesario para mi hija”.

La fe de esta mujer impresiono el propio Jesús, y lo hizo bajar la cabeza. Así es la fe: no es desespero, es busca de confianza y pasión. Las fe es insistente, nos hace ir atrás de lo que creemos, no de lo que queremos, pero de Aquel que puede darnos.

El más importante no era aquello que ella quería, pero lo que Jesús podía dar a ella. Y ella tenía seguridad que Jesús podía hacer algo por la hija de ella.

Madre, tu puedes creer que Jesús puede hacer por tus hijos. ¡Que tu fe sea grande! No desanime, ten confianza, sea retumbante en el corazón de Dios. Luche por las migajas, por el pan y por la gracia de Idos que es de derecho. ¡El amor de Dios jamás va faltar!

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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