“¿Qué salieron a ver? ¿Un hombre vestido con refinamiento? Los que llevan suntuosas vestiduras y viven en la opulencia, están en los palacios de los reyes. ¿Qué salieron a ver entonces? ¿Un profeta? Les aseguro que sí, y más que un profeta. El es aquel de quien está escrito: Yo envío a mi mensajero delante de ti para prepararte el camino” (Lucas 7,25-27).
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Como ya fue mencionado, en este tiempo del Adviento, tenemos como un personaje muy importante, Juan Bautista, que fue alguien que preparo la primera venida de Nuestro Señor Jesucristo.
Y Juan Bautista fue alguien de destaque en su tiempo, por supuesto, Jesús reconoció su importancia, presento su importancia a las multitudes: “¿Qué fueron ver en el desierto, alguién que pone ropas elegantes y preciosas?”.
No encontramos estes en el desierto, pero encontramos aquel que se consume en vivir la Palabra de Dios, aquel que se decidió en preparar el camino del Señor, aquel que sabia cual era su lugar.
Esa es nuestra vocación: preparar el camino, anunciar al mundo que Cristo viene
Juan bautista era voz, no era la Palabra; la Palabra era el Cristo. Juan Bautista preparo el camino para el señor, él no era el camino pero preparo el camino para Jesús, Señor y Salvador.
Jesús señalo Juan bautista como un gran hombre de Dios, como aquel que fue el mensajero del Padre. Y aquí es interesante más una vez: el mensajero y no la mensaje. El mensajero fue Juan Bautista, pero la mensaje fue Jesucristo. Quien es más importante: ¿el mensaje o mensajero? el mensaje, el Cristo.
Juan Bautista nos sorprende hasta hoy, él tuvo la oportunidad de ser aclamado, de ser aplaudido, de aprovechar de los beneficios, pero él no hizo eso, él señalo para el Señor. Y nosotros debemos, mis hermanos, también seguir las orientaciones de Juan Bautista, que señala para el Cristo.
“Él viene después de mí, y yo no soy digno de desatar la correa de su sandalia” (João 1,27), decía Juan Bautista. “ Es necesario que él crezca y que yo disminuya”. Juan Bautista nos enseña cual debe ser nuestro lugar, de señalar para Él y de también preparar el camino para que Él vuelva. Esta es nuestra vocación, es la vocación de la Iglesia: preparar el camino, anunciar al mundo que Cristo viene, preparar el mundo, llamar el mundo a la conversión para que Cristo venga salvarnos.
Que nosotros vivamos, en nuestra vocación, también preparando un pueblo my bien dispuesto para la venida definitiva de Nuestro Señor Jesucristo.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!
