13 Jul 2020

La espada del Espíritu Santo corta lo que es mundano en nosotros

“No piensen que he venido a traer paz a la tierra; no he venido a traer paz, sino espada” (Mt 10, 34).

Cuando escuchamos ese Evangelio, sabemos que Jesús es el príncipe de la paz. Él vino pacificar los corazones, pero aquí quedamos un poco perdidos, porque Él esta siendo muy afirmativo: “No imagines que vine traer la paz”.

Entendamos que esta primera paz que Él se refiere, es la paz de los hombres, la paz del comodismo, de la falta de compromiso, la paz de la consciencia que no tiene rectitud. Es triste la persona que hace una cosa equivocada y no se molesta. Es triste aquella persona que esta viendo una cosa desastrosa ocurrir y habla: “Eso no es problema mío” “Eso no me molesta”.

Esta paz del comodismo mundano es un mal terrible, no fue esta paz que Jesús vino traer, para todos quedaren acomodados, cada uno en su casa, en su mundo. La persona entra en su habitación, en su casa y dice: “Yo no quiero saber de nadie” “No quiero saber de ningún problema” ‘El problemas es de ellos”. La persona se cierra en su mundo, va para el celular, su televisión, su computador, sus cosas, su cuenta bancaria y habla: “Estoy en paz”.

La espada del Espíritu Santo en nosotros es la que viene cortar de nuestro corazón aquello que es mundano, viejo y estropeado

Disculpa, esta es la paz mundana, es la paz donde las personas quieren vivir solo el gozo, quieren vivir de los placeres. No fue esta paz que Jesús vino traer, porque esta paz es demoniaca, causa indiferencia y, desgraciadamente, causa profundos desastres, desigualdades y, especialmente, falta de compasión y humanidad con la humanidad del otro.

“Yo vine traer la espada”. ¿Para qué sirve la espada? La espada es aquello que corta y separa. Cogemos una fruta para comer y la cortamos con la espada, que es el cuchillo. Tu vas quitar aquel pedazo que no sirve, que esta estropeado y mal. La espada del Espíritu Santo en nosotros es la que viene cortar de nuestro corazón y de nuestra alma aquello que es mundano, viejo, estropeado, aquello que nos lleva a tener una visión corroído y corrompida del mundo y de la sociedad.

La espada de Jesús es aquella que realiza una verdadera cirugía en nosotros, para abrir nuestros ojos con aquello que no podemos ver de verdad, miope como muchas veces nos encontramos, cuando no verdaderamente ciegos.

La espada de Jesús es aquella que viene cortar nuestros corazones que están tensos, cerrados, llenos de piedras, frutos de nuestro orgullo o de los resentimientos, de las tristezas y de los dolores que vamos acumulando por los desabores y muchos otros desastres que vamos viviendo a lo largo de la vida. Es la espada cirugía que renueva el corazón de los hombres.

Solo por medio de la espada evangélica experimentamos la verdadera paz que viene de Dios. Es la paz que el mundo no puede dar, es la paz que es don del cielo, es la paz Shalom, es la paz donde vivimos en medios a las tensiones, inquietudes y perturbaciones, pero no perdemos la serenidad y la sobriedad.

Que no se confunda de ninguna forma con el espíritu de indiferencia, de falta de compasión con el dolor y las situaciones del mundo. Ese espíritu santo es preocupantes, muchas veces, toma cuenta de personas en casa, en el hogar, en la familia, donde escuchamos las afirmaciones mundanas: “No me importo” “El problema no es mío”. Cuidado porque esta paz no es de Dios.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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