“En aquel tiempo, Jesús entró de nuevo en la sinagoga, y había allí un hombre que tenía una mano paralizada. Lo observaban para ver si lo curaba en sábado, para poder acusarlo. Jesús le dijo al hombre de la mano paralizada: «Levántate y ponte aquí en medio»” (Marcos 3,1-6).
En el centro de la voluntad de Dios
Estamos escuchando un relato más de una problemática, de una polémica en relación al sábado. ¿Podía Jesús curar o no a las personas en sábado? ¿El sábado es mucho más importante que la persona humana o la persona humana es más importante que el sábado?
Es este enfrentamiento que Jesús vivió con aquellos que lo acusaban, incluso dudando de su autoridad, de su presencia salvífica.
Hay un hombre enfermo que lo espera, y esta es la gran gracia que yo y tú debemos pedir al Señor, la gracia de esperar en Dios, de esperar en el Señor.
¿Cómo has vivido tus tribulaciones? ¿Tal vez la enfermedad? ¿Tal vez la falta de empleo? ¿Tal vez realidades que han afectado tu matrimonio y te has desesperado? Lo contrario de la esperanza es la desesperación.
Aquel hombre tenía su esperanza en el Señor, aun sabiendo que podría ponerlo en una situación difícil. Pero también, hermanos, necesitamos estar atentos para vivir aquello que Jesús vivió.
La hostilidad de sus adversarios hará todo lo posible para callar a Jesús. Pero Él coloca al hombre en el centro. Aquí está la gracia y la palabra clave de este Evangelio que escuchamos.
Primero, el hombre que lo espera; después, Jesús que enfrenta toda la hostilidad, a sus adversarios, y coloca al hombre en el centro para decir que este tiene la atención de Dios, y no las cosas exteriores, no el sábado.
Jesús tenía esta objetividad: sacar al hombre de la periferia para colocarlo en el centro de la voluntad de Dios.
Hermano, hermana, Jesús asume su misión de liberar al hombre de todo rigorismo, de toda exigencia que pueda esclavizarlo.
Jesús quiere liberarnos hoy, quiere ponernos en libertad, porque su palabra dice que fue para la libertad que Él nos liberó.
¿Eres un hombre libre? ¿Eres una mujer libre? ¿O te has dejado esclavizar por las personas, por las cosas, por el poder y por los placeres de este mundo? ¿O quieres estar en el centro de la voluntad de Dios?
Cuando Jesús coloca a este hombre en el centro, es para llamar mi atención y la tuya.
No podemos salir del centro de la voluntad de Dios. Por eso, hermano, hermana, pidamos al Señor esta gracia de que seamos liberados de toda prisión, de todo aquello que pueda esclavizarnos. Porque Jesús ya nos ha puesto en el centro.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!