“En aquel tiempo, algunas personas comentaban acerca del templo, que estaba adornado con hermosas piedras y con ofrendas votivas. Jesús dijo: “¿Admiráis estas cosas? Vendrán días en que no quedará piedra sobre piedra. Todo será destruido”. Ellos preguntaron: “Maestro, ¿cuándo sucederá esto? ¿Y cuál será la señal de que estas cosas están por suceder?” Jesús respondió: “Tened cuidado de no ser engañados, porque muchos vendrán en mi nombre, diciendo: ‘¡Soy yo!'” (Lucas 21,5-19).
Seguir o imitar a Cristo
Mis hermanos y mis hermanas, hoy es domingo, día del Señor, 33º domingo del Tiempo Ordinario. Nuestro año litúrgico está llegando a su fin, y es hora de los famosos balances.
Jesús usa la figura del templo y de sus ornamentos para hablar de la realidad terrena que pasará, y de aquella celeste que permanecerá eternamente. Es momento de preguntarnos: ¿somos meros seguidores o somos imitadores de Cristo?
El verdadero mesianismo
Es claro que Jesús quiere que Lo sigamos, eso es obvio, pero el hecho de seguir no significa una adhesión profunda al estilo de vida de Jesús.
En su tiempo existían muchas otras figuras mesiánicas que aparecían, prometiendo el reino de los cielos, pero eran engañadores, y mucha gente fue tras ellos, engañada por las promesas de bienestar en esta tierra.
Muchos no querían a Jesús como modelo a ser imitado, porque costaba mucho dejar algunos comportamientos y asumir una vida nueva.
El estilo de mesianismo de Jesús no agradaba mucho.
Acción y transformación
Jesús no quiere que sus discípulos solo lo sigan, sino que quiere que lo imiten.
La primera lectura de este domingo usa expresiones fuertes para hablar de este día definitivo – “día abrasador”, “paja que será quemada”, “no quedará ni raíz ni rama”. Son palabras duras para sacudir nuestra conciencia adormecida hacia una decisión irrevocable de seguir a Jesús e imitarlo en las acciones.
La segunda lectura habla, exactamente, de seguir el ejemplo, es decir, imitar a los apóstoles que esperaban la segunda venida de Cristo en una actitud activa y comprometida con la transformación del mundo a su alrededor.
Fidelidad en la espera
Recemos y recemos mucho, por la conversión de los pecadores, pero también pongamos manos a la obra, como decimos en algunos lugares, trabajemos por el reino de Cristo, para que Él llegue a muchos corazones en el día de hoy y en el ahora de nuestra historia.
Dejemos de preocuparnos por las señales visibles de la venida de Cristo, señales en el cielo, guerras, persecuciones. Existen algunos actos que precederán la venida de Cristo, pero que no están bajo nuestro control; y en aquello que podemos hacer, hagámoslo sin demora.
Cristo está con nosotros, no nos desesperemos, porque no perderemos, como dice la palabra, ni un solo cabello de nuestra cabeza en esta espera del Señor que vendrá.
Una expresión que indica ese cuidado que Dios tendrá con sus escogidos durante el tiempo de las pruebas.
¡Permanece fiel!
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!


