“En aquel tiempo, dijo Jesús: ¿Com quien voy comparar los hombres de esta generación? ¿Con quien ellos se parecen? Son como niños, que se sientan en las plazas y van hacia los colegas, diciendo: Tocamos flauta para vos y no bailaste, hicimos lamentaciones y no lloraste” (Lucas 7, 31-35).
Austeridad x Misericordia
Hermanos y hermanas, Jesús comparar aquella generación que lo rechazaba, y que rechazaba también Juan Bautista, los niños insensibles. Hemos visto eso en el Evangelio, que no se dejan mover ni por la austeridad de Juan, ni por la misericordia de Jesús. ¿Que eso nos muestra en nuestra reflexión de este día?
Eso muestra la ceguera espiritual en primer lugar; después, la dureza de corazón delante del llamado a la conversión., La sabiduria de Dios se muestra de dos formas complementares, y donde vemos esta realidad en la imágenes de Juan Bautista y de Jesús? La penitencia en Juan y la compasión en Jesús, pero, aún así, los dos fueron rechazados por los fariseos.
Quien quiere agradar a todos, pierde la identidad
De hecho, no se puede agradar a todos, debemos pensar en esta realidad. Y ese hecho del Evangelio de hoy es una prueba de eso.
Hermanos y hermanas, quien quiere agradar a todos pierde lo que diferencia de todos los otros, pierde la propia identidad.
Entonces, no podemos, es difícil, no da para agradar a todos. Quien pierde la propia identidad vive de máscaras, vive mascarado, falseficando la propia identidad, para agradar a los demás. Pero nosostros debemos ser autenticos, como Juan Bautista y Jesús fueron autenticos.
Necesitamos de la libertad interior
Uno con la austeridad de la penitencia y otro con la compasión. Pero siempre en la autenticidad.
Para la vida de espiritualidad, nosotros necesitamos de la libertad interior. La relación con Dios también, que es la verdad libertada de aquellos que son nuevas creaturas en Cristo. Es nuestra realidad, porque fue para la libertada que Cristo nos llamo. Fue para la libertad que Cristo nos ha libertado.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!