En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya; porque si no me fuera, el Consolador no vendría a vosotros; mas si me fuere, os lo enviaré. Pero cuando venga el Espíritu de verdad, él os guiará a toda la verdad; porque no hablará por su propia cuenta, sino que hablará todo lo que oyere, y os hará saber las cosas que habrán de venir” (Jn 16, 7-13).

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Mis hermanos y mis hermanas, seguramente, ustedes ya escucharon aquella frase: “Existe males que es para el bien”, y es exactamente eso que es descrito en el Evangelio de hoy. La partidas de Jesús es, aparentemente, un mal terrible en la vida de los discípulos, además, Su partida produce una nueva llegada: ¡el Defensor, el Espíritu Santo! Pasar de una guarda para la otra engendra siempre miedo y desconfianza, pero, aquí, estamos hablando de pasar de las manos de Jesús para el Espíritu Santo, pasar de una Maestro para un pedagogo especializado en decir la verdad y defender aquellos que son de la verdad.

Vamos recordar que estamos caminando para el día de la ascensión del Señor y alrededor del seno de la Santísima Trinidad, con la inauguración de un nuevo tiempo, ahora ordenado por el Espíritu Santo. Lo que los discípulos sienten nosotros también sentimos, cuando se habla de cambio, de cambiar de casa, trabajo, parroquia, coordinación, de grupo o de comunidad, cambiar de fase en la vida. En un primer momento, el cambio asusta, especialmente si nosotros estamos afectivamente vinculado en el momento presente a alguien importante, en una actuación importante. Pero la palabra de orden del Señor es esta: “Es bueno para vosotros que yo vaya”.

“Y cuando venir, Él demuestra al mundo en que consisten el pecado, la justicia y el juicio”

Nosotros vemos que incluso Cristo supo dar espacio al Espíritu Santo, incluso Cristo supo utilizar un alejamiento pedagógica para ayudar sus discípulos a seguir con las propias piernas. Y la ausencia de Cristo no es una ausencia vacia, pero es un espacio para que el otro sea él mismo con plana libertad. Vamos quedar muy tranquilo, porque Jesús no abandona Sus discípulos en los momentos más difíciles. Si hay una cosa que Él nunca hizo fue ser antipatriota; Jesús fue siempre muy patriota sobre sus discípulos. ¡Y cuanto nosotros podemos y debemos aprender con Jesús sobre el patriotismo!

Drásticamente, un ejemplo de eso: recientemente, casi 2 millones de personas reunidas en “Copacabana” para ver un show de un artista americana pervertida, mientras miles de nuestros hermanos en el Sul de nuestro país sufriendo con las inundaciones. Casi 60 millones que fueron gastos para producir ese show, y nuestros hermanos pasando necesidad.

Seguramente, es un alarme para todos nosotros, la forma de ser cristianos, la forma de ponernos en la vida uno de los otros. ¡Jesús nunca abandono Sus discípulos! Que nosotros aprendamos con el Señor y que seamos siempre presentes en la vida uno de los otros

Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!