“El señor le respondió: “Ve a los caminos y a lo largo de los cercos, e insiste a la gente para que entre, de manera que se llene mi casa. Porque les aseguro que ninguno de los que antes fueron invitados ha de probar mi cena” (Lucas 14,23-24).
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Mis hermanos, comenzamos un nuevo mes, el mes de noviembre. Hoy, día primero, se conmemora el día de todos los Santos, además, en Brasíl, esta fiesta celebramos en el prójimo domingo, entonces, en el prójimo domingo nosotros celebramos todos los Santos.
Pero, comenzamos este nuevo mes de noviembre, estamos siguiendo para el final del año litúrgico, el Señor nos presenta, en la Liturgia de Hoy, este Evangelio em el cual podemos recordar que Jesús aún estaba en la casa de un fariseo, y Él había enseñado sobre el camino de la humildad, de no buscar el primer lugar; y, después, alguien dijo — que estaba allí en la mesa: “Feliz quien come del pan en el Reino de Dios”.
Entonces, Jesús contó esta parábola para hablar sobre un hombre que ha dado un gran banquete, pero que los invitados, un a uno, cada invitado fue negado estar en aquel banquete.
Vivamos la santidad para participarnos del gran banquete en el Reino de los Cielos
Un dijo: “He comprado un campo, necesito experimentar este campo, necesito averiguar este campo”; el otro dijo: “He comprado un rebaño de bueyes, entonces, no puedo, tengo ganado bovino aquí que necesito cuidar, estaré ocupado”; y el otro dijo: “Yo me he casado entonces no puedo. He casado recientemente, entonces, necesito estar aquí en la casa, necesito estar con la esposa y todo más”. Entonces, cada uno fue dando sus disculpas, para no estar en aquel banquete y en aquella fiesta.
Por eso, Jesús, al contar esta parábola, dijo que el dueño mando llamar a los demás: los pobres, los cojos. El Señor preparo un banquete, pero aquellos que fueron invitados no quisieran participar del banquete.
¡Mis hermanos, no podemos quedar fuera del banquete, no te quedes fuera del banquete del Reino de los Cielos! Quien hace la invitación para mí y para ti es Nuestro Señor Jesucristo, y aceptar la invitación es aceptar a Jesucristo. Aceptar la invitación para participar del banquete del Reino de los Cielos es aceptar vivir los mandamientos de Cristo. Aceptar participar del banquete significa vivir una vida en Dios, una vida santa.
No te quedes de fuera del banquete, acojamos a Jesucristo, acojamos Sus mandamientos. Empeñarnos en vivir una vida santa, para participarnos del gran banquete final: la eternidad.
Hagamos este camino, mis hermanos: acojamos la invitación de Nuestro Señor, vivamos la santidad para participarnos del gran banquete en el Reino de los Cielos.
La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!