“Al contrario, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, a los ciegos. ¡Feliz de ti, porque ellos no tienen cómo retribuirte, y así tendrás tu recompensa en la resurrección de los justos!” (Lucas 14,13-14).

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Mi hermano y mi hermana, Nuestro Señor nos invita, por medio del Evangelio de hoy, a un gran ejercicio de amor, y el amor en su esencia, el amor que no exige ningún tipo de retribución, nigún tipo de recompensa. ¡Dios nos ama así!

En nuestra humanidad, en nuestra debilidad, desgraciadamente, amamos o realizamos algún servicio esperando recibir algo en cambio. Seamos sinceros, cuantas veces procedemos así, procedemos con la cabeza comercial. Nuestra relación, muchas veces, es comercial, es de cambio,, pero, Nuestro Señor nos invita, en este Evangelio, a tener una relación espiritual.

¿Cómo es esta relación espiritual de amor? El amor que se da, el amor que se dona sin esperar algo em cambio. Es ese el camino que nosotros cristianos debemos hacer, que la humanidad debería hacer.

El Señor dijo aquí: “Mira, cuando des un banquete, invita a los pobres, a los lisiados, a los paralíticos, aquellos que no tienen como darte alguna recompensa, porque su recompensa vendrá del Padre, vendrá del Cielo, vendrá del alto”.

El amor no exige ningún tipo de retribución, ningún tipo de recompensa

Mis hermanos, somos invitados a este gran ejercicio de desprendimiento, de amar como Cristo nos amó. ¿Cuál era el interés del amor de Nuestro señor Jesucristo? Unicamente en nos salvar. Por eso, por supuesto, que nosotros buscamos amar a Él y servir a Él. ¡Pero, cuantas veces nosotros buscamos servir a Él y amar a Él también por interés!

Debemos amar a Él simplemente porque Él es Dios y porque Él es el Señor. ¡Hagamos ese ejercicio, amemos porque Él ya nos ha dado todo, Él no necesita dar nada más para nosotros,, Él ya nos ha dado todo, Él ya dio todo a nosotros, Él nos ha dado y aún nos dá, él ofrece la salvación a nosotros, y eso ya nos basta!

Miremos para las personas que están a nuestro lado y nos donemos también a ellas porque recibimos a Dios, nuestro Dios, Jesucristo, de gracia; vamos ofrecer a Él también de la gracia a los nuestros.

Vivamos, mis hermanos, la gratuidad de corazón Nuestro Señor. Caminemos para la madurez espiritual de donarnos sin querer recibir algo em cambio.

San Francisco de Asís enseñaba y nos enseña: “Quien a todo renuncia, todo recibirá”. Seamos desapegados y donemos sin cualquier tipo de intención, pero con la única intención de complacer a Dios y de amar verdaderamente nuestro prójimo. La retribución vendrá del Alto, vendrá en la eternidad.

La bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.

¡Amén!