“Después que Judas salió, Jesús dijo: «Ahora el Hijo del hombre ha sido glorificado y Dios ha sido glorificado en él. Si Dios ha sido glorificado en él, también lo glorificará en sí mismo, y lo hará muy pronto. Hijos míos, ya no estaré mucho tiempo con ustedes. Ustedes me buscarán, pero yo les digo ahora lo mismo que dije a los judíos: «A donde yo voy, ustedes no pueden venir»” (Jn 13, 31-33).
Mira, mis hermanos, en este día consagrado al Señor, en este domingo, Jesús nos da Su Palabra. En el comienzo del Evangelio nos recuerda de aquel episodio dramático de la traición de Judas. La Palabra habla que Judas salio del cenáculo y, ahora, el Hijo del Hombre fue glorificado.
La última tentativa de Jesús rompió, la ultima tentativa que Jesús hizo rescatar Judas fue valida; Judas no quiso el amor de Cristo, él no quiso la compañia de Cristo, la exigencia que es estar al lado de Cristo. Pero cuando Judas salio para entregar el Hijo de Dios, el Evangelio nos habla: “Ahora fue glorificado el Hijo del Hombre”. Parece absurdo, pero la gloria del Hijo y la gloria del Padre – porque el Evangelio completa: “El Hijo fue glorificado y Dios fue glorificado en Él” Gloria del Hijo y gloria del Padre es amar incondicionalmente.
Cuando el Hijo de Dios recibe la traición y, por consecuencia, el Padre del Cielo también recibe la traición, es en ese momento que el Hijo es glorificado, es en ese momento que el Padre es glorificado. Mira que absurdo, cuando se manifiesta su amor incondicional, es decir, amando a quien no quiere, a quien no merece, a quien trae a Él, a quien rechaza a Él.
El mandamiento nuevo supera todas las realidades de amor
Lee más:
.:¡Dios cumple Sus promesas!
.:El Señor está con nosotros
Ese es el amor con que Cristo nos amo, ese es el amor con que el Padre nos amo, por eso, podemos entender que, donde existe expresión de amor de este tipo, existe Dios.
Podemos mirar eso en nuestra vida, cuando amo gratuitamente, cuando amo sin exigir, cuando amo sin pretensiones y cuando amo hasta en la capacidad de perdonar una ofensa y una traición, ahí esta el amor de Dios, estoy me asemejando al amor de Cristo y al amor de Dios.
El Señor termina diciendo: “Doy un nuevo mandamiento”, por eso, existe un mandamiento nuevo porque el mandamiento nuevo supera todas las realidades de amor. Y la palabra aquí “nuevo” cae en nosotros, es decir, nuevo en la calidad, es nuevo porque la calidad de ese amor es un amor incondicional, es un amor sin pretensiones, es un amor sin ambiciones, es una amor capaz de olvidar la ofensa y de recomenzar. Ese es el amor de Cristo, Él nos da una nueva oportunidad.
Espero que yo y tampoco tu perdamos esta oportunidad, como Judas perdió, pero abracemos la oportunidad que el Señor nos da hoy, de sentirnos profundamente amados, de volvernos atrás y sernos fieles a Él hasta el fin.
Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!