“Cuando pidan a Dios, no imiten a los paganos con sus letanías interminables: ellos creen que un bombardeo de palabras hará que se los oiga. No hagan como ellos, pues antes de que ustedes pidan, su Padre ya sabe lo que necesitan.” (Mt 6,7-8).
Hermanos, estamos en vivencia de ese tiempo de la Cuaresma. Hoy, el principal tema de la liturgia es la oración. ¡Qué preciosidad es la oración en nuestra vida! La oración es el acto más humano que tenemos y hasta puede ser el acto más sin piedad que vamos a experimentar, cuando ella no es verdadera, cuando es una simulación o cuando no es encarnada. Por eso, Jesús ha enseñado a Sus discípulos y también quiere enseñarnos la grandiosidad e importancia de ese acto humano, porque la oración es un diálogo con el Padre.
La palabra diálogo en griego es la junta de “día” y “logos”, o sea, es la conversación entre dos personas. Así que en ese diálogo está la oración. La oración es ponerse todo ante el otro, que es Dios; ella no es estar ante una cosa; por ejemplo, podemos hacer una meditación con la naturaleza, o delante de un árbol, pero eso no sería una oración, aunque tal vez fuese un descanso a la mente y al cuerpo. La oración es estar ante alguien, una persona, hacer una conversación delante de Dios, hablarle y escucharle, porque es importante.
Deléitate en cada invocación y en cada palabra del Padrenuestro porque es un diálogo con Dios
La oración no es una forma de bienestar, eso sería muy cómodo porque en la verdad, en un diálogo, la otra persona muchas veces va a decir cosas que tal vez no me gustan, así que la oración también es un desafío porque tenemos que estar dispuestos a oír órdenes y otras cosas que no me gustan.
Puedo y debo hacerme la pregunta: “¿Cuándo oro, estoy ante quien?”, “¿Estoy ante mí mismo?”, “¿Estoy ante mis preocupaciones?”, “¿Estoy ante mis distracciones?”. Por eso, Jesús dijo en el Evangelio: “No hagan como los paganos”. ¿Por que? Porque los paganos son aquellos que no conocen a Dios, y por eso en sus oraciones querrían convencer a Dios de alguna cosa. Pero nosotros no necesitamos, sabemos que Dios es Padre, y si Él es Padre, tendrá siempre lo mejor aunque en aquel momento, la respuesta no sea la que esperamos.
Entonces, tú y yo, no hagamos como los paganos porque no queremos convencer a Dios de nada. Sabemos que es nuestro Padre y que cuida de nosotros. Por lo tanto, haz hoy una experiencia nueva con la oración del Padrenuestro, ora en familia esa oración que fue el propio Señor quién nos enseñó, deléitate en cada invocación y en cada palabra porque es un diálogo con Dios, nuestro Padre.
Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!