30 Sep 2020

Para seguir a Jesús es necesario tener la mentalidad del Reino de Dios

“Mientras iban caminando, alguien le dijo a Jesús: ¡Te seguiré adonde vayas!. Jesús le respondió: Los zorros tienen sus cuevas y las aves del cielo sus nidos, pero el Hijo del hombre no tiene dónde reclinar la cabeza” (Lc 9, 57-58).

Muchos quieren seguir Jesús, tengo seguridad que nosotros realmente queremos seguir a Él, pero seguir Jesús no es fácil. Seguir Jesús tiene sus exigencia y muchos paran por el camino, se pierden en el camino porque están presos y llenos en las realidades del mundo.

Primero que, en este mundo, nosotros tenemos que realmente cuidar de las cosas que tenemos, necesitamos trabajar, cuidar de nuestra supervivencia, de nuestra subsistencia, y eso se llama: responsabilidad. Y jamás, por medio del evangelio, alguien puede llevar una vida suelta, sin pretensiones y sin cuidar de sí mismo.

Los apóstoles trabajaban, Pablo también trabajaba duro para sobrevivir, entonces, nosotros tenemos que hacer. El problema no es trabajar porque necesitamos y nadie puede vivir sin trabajar; el problema no es trabajar porque necesitamos tener la casa para vivir, los bienes para sobrevivir. La cuestión que el Maestro Jesús nos llama la atención es como lidiamos con estas cosas. Si nos pegamos y nos prendemos a lo que tenemos, el corazón que no es libre, el corazón que es apegado a alguna cosa, a alguien, o a muchas cosas no consigue seguir Jesús ni para la eternidad.

La mentalidad humana no sirve para seguir a Jesús, es necesario tener la mentalidad del Reino de Dios para en él entrar

Cuando vamos ver una persona, cuando vamos atender una persona que esta en la agonía, cerca de la muerte o así por delante, por supuesto que nadie necesita desear morir, pero es necesario entender que es esta es la realidad más divina que existe, porque la muerte para nosotros significa eternidad, significa abrazar la vida que Dios nos trajo.

No es para nadie desear morir, pero es necesario entender que ese es el proceso de la existencia humana. Aún la persona ya habiendo vivido toda la vida, ella ella tiene miedo que va perder y no abrazar lo que ella va ganar.

En Dios no perdemos nada, no perdemos unos a los otros. Solo perdemos lo que no tenemos, es solo que no tenemos que perdemos. Porque las personas que tengo, mi madre que plenamente esta en la gloria de Dios, yo no la perdí, pero he ganado para la eternidad. Y quiero ganar mi vida para, un día, estar junto con ella en el Cielo. Ahora, cuando somos muy presos en este mundo, no conseguimos abrazar a Jesús.

Somos presos a las personas, a las cosas; hay personas que esta en el lecho de la cama y esta con los ojos llenos de lágrimas por las cosas que ella va dejar. Perdemos la noción que vamos ganar, perdemos la noción y nos prendemos en aquello que los ojos pueden ver. Es por eso que el Hijo del Hombre no tiene donde reclinar la cabeza, porque la cabeza de Él es el Reino de los Cielos.

Incluso los aves del cielo tiene su nido, los zorros tienen su refugio, pero el lugar del corazón del Hombre de Dios es el regazo de Dios, la presencia de Dios. El hombre de Dios, la mujer que sigue a Dios , no queda presa a los lazos familiares, ama a tu familia, cuida de tu familia, ama los tuyos, pero no se prende a los lazos humanos, porque los lazos que nos salvan son eternos.

Por eso, necesito crear lazos eternos con los míos, porque eternamente seremos uno del otro en la presencia de Dios. Ahora, cuando solo nosotros prendemos a los lazos humanos, ellos se deshacen de una forma o de otra, por eso, la mentalidad humana no sirve para seguir a Jesús, es necesario tener la mentalidad del Reino de Dios para en él entrar.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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