“En efecto, los hijos de este mundo son más expertos en sus negocios que los hijos de la luz” (Lucas 16,8)
Tal vez, pueda causar una cierta extrañeza en nuestro corazón el hecho que el dueño de los negocios elogie a un administrador deshonesto.
Fíjate, no está elogiando la corrupción, está elogiando que sea expertos, a pesar de que sean deshonestos. La verdad, lo que hace es dejar pasar un lucro mayor, para obtener eso a favor más adelante, para tener ventaja, acogimiento de aquellos deudores.
No le está generando pérdidas a su patrón, él está perdiendo ingresos para obtener ventajas… ¡Qué ingenio! Jesús concluye diciendo: “los hijos de este mundo son más expertos”.
Los hijos de la luz no son expertos, o sea, no son audaces en comunicar la gracia de Dios
Los hijos de este mundo siempre están haciendo negocios, creando nuevas formas y maneras de conquistar. Cuando un vendedor quiere conquistar a alguien hace de todo para conquistar a esa persona. Cuando quiere vender un producto, puede ser que el producto sea malo, pero el vendedor usa tanto ingenio que eso es lo que le da valor a su producto.
Los hijos de la luz no son expertos, o sea, no son audaces en comunicar la luz, la gracia de Dios. Los hijos de este mundo son ágiles, habilidadosos y dedicados para vender sus “productos”.
Qué sería si tuviéramos más intrepidez, osadía, donación, dedicación, qué sería si tuviéramos más entusiasmo y amor para llevar la Palabra de Dios y las cosas de Dios al corazón de los nuestros, del mundo en el que estamos.
A veces, llevamos con desánimo, sin muchas ganas, sin mostrar entusiasmo, sin gracia. No conquistamos para el Reino de la luz, porque no tenemos la habilidad que tiene el mundo para conquistar a las personas para el mundo de las tinieblas.
Es necesario que tengamos la intrepidez evangélica para llevar, a los otros, el mensaje del Evangelio.
¡Dios te bendiga!