27 Jun 2019

La Palabra fue enviada para convertirnos

“No bastará con decirme: ¡Señor!, ¡Señor!, para entrar en el Reino de los Cielos; más bien entrará el que hace la voluntad de mi Padre del Cielo” (Mt 7, 21)

Clamar por el nombre de Dios, hablar en nombre de Él, rezar al Señor y hablar su nombre todos pueden hacer, y algunos lo hacen con verdadera maestría, sueltan la voz, gritan, hablan más alto, predican tal vez el día todo, pero no es eso que nos salva ni redime nuestra vida.

Lo que nos salva es hacer la voluntad del Padre, es poner en practica la voluntad de Él, porque muchos de nosotros escuchan Dios, pero, muchas veces, no ponen en practica lo que escucharon. Estamos de acuerdo con la palabra hasta aquí, pero cuando ella nos provoca dentro de las convicciones mundanas que tenemos, frenamos la Palabra, no dejamos que ella venga destruir lo que existe de malo para edificar lo que es divino y sagrado en nosotros. Por eso no nos convertimos, no cambiamos de vida a cada día.

Si queremos permanecer en el rencor, nos pegamos mucho a él. Sabemos que no podemos tener rencor, pero no dejamos que la palabra de Dios destruya nuestra vida. Si queremos continuar hablando mal de los demás, continuamos. Cuando no vemos mal en lo que es mal, es una mal señal, es señal de que la Palabra de Dios no esta entrando en nosotros para transformar nuestras convicciones.

La conversión no es algo sencillo. Basta mirar para nuestra propia vida. Es verdad que ya cambiamos muchas cosas en nosotros, pero es verdad que nosotros también nos conformamos en el punto en que llegamos y no avanzamos. Muchas veces, nuestra casa interior esta edificada sobre una arena movedizas, y cuando viene vientos más fuertes, y viene sobre la casa, ella pierde la estabilidad.

La Palabra de Dios necesita ser vivida, necesita ser un canal que nos posibilite convertir a cada día

La estabilidad de nuestra es la Palabra de Dios, es la Palabra que nos salva y transforma. La estabilidad de nuestra vida es escuchar el Señor de verdad y poner en practica Su Palabra.

La Palabra de Dios necesita ser vivida, necesita ser una canal que nos posibilite convertir a cada día. Cuando no estamos convirtiendo, es una mal señal.

Nos preocupamos en convencer y convertir los demás, pero la Palabra fue enviada, a cada día, para convertirnos. No quedemos hablando y hablando sobre el religioso, invocando y hablando de Dios todo el tiempo sin darnos espacio para el silencio, para la meditación, contemplación, revisión, examen de consciencia y, especialmente, para cambiar actitudes que son necesarias, importantes y fundamentales en nuestra relación con Dios, porque va ser muy difícil saber que dedicamos toda una vida para Dios, pero no dejemos Él convertirnos.

Que la Palabra de Dios convierta y nos convenza, a cada día, de nuestra vida.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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