María es la flecha que nos apunta el camino y la dirección por donde debemos caminar, Ella es la gran flecha que apunta para el Cielo
“Apareció en el cielo una señal grandiosa: una mujer, vestida del sol, con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza” (Ap 12, 1).
La Iglesia nos da la gracia de celebrar la Solemnidad de Asunción de Nuestra Señora. Esta fecha es celebrada en todo el mundo en el día 15 de agosto.
La Solemnidad de la Virgen María trae reflexiones importastísima para nuestra fe, la primera de ellas es la certeza de que fuimos hechos para el Cielo. ¡María es la primera elegida! Si Jesús es quien abre las puertas del Cielo, Su Madre “configura” aquellos que entrarán de forma triunfante en este Reino.
María fue toda de Dios en la vida y es toda de Dios para la eternidad. Ella entró en el Cielo de Cuerpo y alma. La tradición no enseña que Ella durmió y los ángeles la llevaron para el Cielo. Un cuerpo incorruptible que no conoció la mancha del pecado y ni se contaminó con el pecado durante la vida. Ella no entregó para Dios solo Su alma, pero entrego Su cuerpo. Su corazón y Su vida.
La segunda reflexión es que María es un referencia de lo que necesitamos ser: enteros para Dios. A veces, nosotros mismo nos dividimos, estamos en la casa de Dios solo de “cuerpo presente”, pero el alma y el espíritu no están. Nuestro espíritu esta en Dios, pero nuestro cuerpo no nos acompaña. Dejamos nuestro cuerpo dirigirse por el camino del mal y del pecado. Hoy, estamos mirando para el ejemplo de María y diciendo para nosotros mismos: de cuerpo y alma necesito ser del Señor.
Una tercera reflexión muy importante: María es una fecha que nos apunta el camino y la dirección por donde debemos caminar, Ella es gran fecha que apunta para el Cielo, em la dirección de la eternidad. Cuando la vemos como nuestra intercesora, abogada y medianera, Ella se convierte para nosotros una referencia de vida.
Mirando para la Virgen María aprendemos como vivir. Y, viviendo con Ella en esta Tierra, queremos también vivir con ella para siempre en el Cielo, al lado de Jesús. Con nuestra Madre estaremos un día en la Santa gloria. Ella que allá llego, nos espera. Porque queremos, un día, estar con Ella para siempre en el Cielo.
¡Dios te bendiga!
