13 Jul 2018

La prudencia y el discernimiento son dones del Espíritu Santo

Dejémonos que Dios descomplique lo que esta confuso dentro de nosotros, para que tengamos siempre discernimiento y prudencia

“He aquí, yo os envío como ovejas en medio de los lobos. Sed, por lo tanto, prudentes como las serpientes y sencillo como las palomas” (Mt 10, 16).

Nadie conoce mejor el mundo que Dios, el Señor de nuestra vida. Él sabe, más que nadie, como el mal entro en el mundo, como el mal esta siendo pervirtiendo las relaciones humanas, pero nosotros necesitamos estar en este mundo, sin embargo, no podemos ser contaminados por él. Necesitamos estar en este mundo como ovejas en el redil de Jesús.

Jesús nos da dos recetas muy prácticas para no perdernos en este mundo. La primera de ellas, es prudencia. No puede faltar prudencia a un hijo de Dios, no puede faltar prudencia a un discípulo de Jesús. La prudencia es, por encima de todo, tener la mente en alerta, el cuidado de lo que puede y no puede. No podemos ser ingenuos y creer que, porque Dios esta con nosotros, estamos libres de cualquier mal, que nada nos va ocurrir, que las personas son buenas. Hay prudencia en lo que hablamos, con quien conversamos, en aquello que decimos y hacemos, la hora y el momento. Mucha cosa se pierde por falta de prudencia y cuidado.

Ser prudente no es tener miedo exagerado – “¡Nada puedo!”. La prudencia es saber hacer las cosas correctas en el momento correcto y de la forma correcta. Para que seamos prudentes, necesitamos aplicarnos en la arte evangélica del discernimiento, que es don del Espíritu Santo, porque es Él que nos ayuda a distinguir lo que parece ser la voluntad de Dios, pero no es; lo que parece ser de Dios, pero no es de Él; lo que parece ser buena, tiene apariencia de buena, pero, en el fondo, no es bueno.

Es la prudencia que frena los impulsos del alma y del corazón, porque estamos llenos de buena voluntad, pero solo tener buena voluntad no basta, es necesario tener discernimiento. Cuanto más nos aplicarnos en discernir las cosas, más prudencia tendremos en aquello que realizamos.

Para tener prudencia y discernimiento es necesario ser simples como las palomas. Cuanto más complicados somos, menos prudencia tendremos; cuanto más nos llenamos de orgullo, de soberbia y complicaciones, más dificultad tendremos en discernir lo que es correcto.

No compliquemos ni seamos complicados. Dejémonos que Dios descomplique lo que esta confuso dentro de nosotros, para que tengamos siempre discernimiento y prudencia en lo que debemos realizar.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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