“En aquel tiempo, Jesús había entrado en Jericó y estaba atravesando la ciudad. Había allí un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos y muy rico. Zaqueo procuraba ver quién era Jesús, pero no lo conseguía, debido la multitud, porque era muy bajo. Entonces, corrió delante y se subió a una higuera para ver a Jesús, que debía pasar por allí” (Lucas 19,1-10).
Un encuentro en Jericó
Jesús seguía su camino hacia la ciudad de Jericó, la última etapa para llegar a Jerusalén. Allí, Él encuentra a Zaqueo.
Zaqueo significa puro, inocente. Una definición no tan adecuada para hablar de este Zaqueo del Evangelio, considerado un archi telones (jefe de los publicanos). Pero el detalle más intrigante, aquí, es sobre su baja estatura.
La otra estatura
Ningún bullying por parte del evangelista contra Zaqueo. Se trata, al contrario, de un detalle que habla de muchos que se acercan a Jesús en busca de crecimiento espiritual o incluso para superar su pequeñez de una vida lejos de Dios, ahogados en los placeres de este mundo. Entonces, estamos hablando de otra estatura, es una realidad teológica.
Tanto es que la solución encontrada por Zaqueo fue de subir a un sicomoro, o una higuera, un árbol frondoso de raíz profunda, tronco ancho y ramas altas. Fue una forma de hablar del árbol de la vida, de hacer un guiño a aquel árbol de la vida. Zaqueo retorna a sus orígenes, vuelve a su estado original, el estado original del hombre, creado por Dios con una dignidad singular.
Podríamos aún hacer una alusión a otro árbol, al madero, sobre el cual Cristo fue crucificado. En la cruz del Señor, cada ser humano es capaz de encontrar, nuevamente, su identidad y su medio de redención.
El árbol de la redención
En el madero de Cristo, dejamos nuestra pequeñez producida por el pecado y nos elevamos a las alturas de la dignidad querida por Dios en el acto de nuestra creación.
Zaqueo acoge, de forma tan profunda, a Cristo en su vida, que lo manifiesta de forma exterior, devolviendo más allá de lo que prescribía la ley romana. Señal de que, a partir de aquel encuentro, Zaqueo deseó crecer en la gracia de Dios y en el conocimiento de su verdad.
Por eso, subamos también en el árbol, al madero de la cruz, a la vida de Cristo, para que en Él reencontremos nuestra dignidad y crezcamos en la gracia de Dios.
Sobre todos ustedes, venga la bendición del Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo.
¡Amén!


