09 Nov 2019

Tengamos celo por la casa del Señor

“Y haciendo un azote de cuerdas, echó a todos fuera del templo, con las ovejas y los bueyes; desparramó las monedas de los cambistas y volcó las mesas” (Juan 2,15).

Fíjate el celo de Jesús por la “casa de Su Padre; celo que lo llevó a expulsar del tempo aquello que estaba transformándolo en una casa de negocio, estaban ensuciando la “casa” de Dios en favor de sus intereses.

Hoy tenemos la alegría de celebrar la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán, en Roma. Es la Catedral de Iglesia de Roma, y la Iglesia de Roma es nuestra Madre Iglesia.

Celebrando esa Iglesia, ese templo que está en Roma, estamos celebrando hoy todas las iglesias, capillas, oratorios que son, en verdad, lugares de la presencia de Dios, donde, por encima de cualquier cosa, es la gracia de Dios que necesita ser comunicada y buscada.

Mirando para el propio ejemplo de las basílicas que están en Roma, como la de San Juan de Letrán, vemos que, muchas veces, los lugares en nuestras iglesias, que es lugar de la presencia de Dios, se transforman simplemente en lugares turísticos por fuerza de los que la visitan. Cuando vamos a una iglesia importante, nos preocupamos por las fotos, con cosas secundarias, y no buscamos lo esencial que es el encuentro con Dios.

Si miramos para nuestra realidad casera, qué es la iglesia de cada uno de nosotros, ¿qué buscamos en la casa de Dios? ¿Cómo nos comportamos en la casa del Señor? ¿Qué valor le damos a la presencia del Señor en su casa?

Necesitamos tener celo por la casa de Dios, precisamos hacer que nuestras iglesias sean lugares de oración

“El celo por tu casa me devora” (cf. Salmo 68,10). ¡Necesitamos tener celo por la casa de Dios! Necesitamos hacer que nuestras iglesias sean lugares de oración. La  alegría de encontrar a un hermano es muy importante, pero ningún exceso justifica que robemos la paz del otro que quiere rezar, cuidar el silencio sacro es importante, no se trata de entrar a la iglesia como si fuera un comercio, un supermercado, una tienda o cualquier sala de reunión.

Muchas veces si no somos expulsados como Jesús expulsó en el Evangelio de hoy, no estamos presentes como deberíamos estar en la casa de Dios, porque no estamos allí de todo corazón. Hagamos comunión con el santo padre, el papa Francisco que es el obispo de Roma, de la Iglesia Madre, que es la Iglesia Catedral de Roma. Tengamos celo por nuestra iglesia, como lugar donde Dios habita.

Tengamos celo por nuestra comunión de fe; hagamos de cada una de nuestras iglesias, oratorios y capillas los lugares de  nuestro encuentro con Dios.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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