05 Jan 2021

Seamos sensibles al dolor y el hambre del prójimo

“Entonces él tomó los cinco panes y los dos pescados, y levantando los ojos al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y los fue entregando a sus discípulos para que los distribuyeran. También repartió los dos pescados entre la gente” (Mc 6, 41).

Quedamos maravillados y encantados con el milagro de la multiplicación de los panes y de los peces. ¡Mira, que gracia es Jesús que coge aquella poca cantidad, cinco panes y dos peces! ¿Qué es eso para una gran multitud?

Quería llamar la atención para la realidad de los discípulos, de aquellos que son los compañeros, los seguidores de Jesús. Porque, una vez que Jesús esta alimentando aquel pueblo, alimentando con la Palabra; una vez que Jesús está anunciando y predicando, ellos quedan todo el día para escuchar Jesús. Es verdad que cuando llega el final del día el cansancio viene, el hambre viene, pero los discípulos son muy sensibles, ellos quieren que Jesús disperse luego aquel pueblo para que nadie este reclamando o pidiendo algo para comer, para que va cada uno para su casa.

No es la primera vez que ellos demuestran insensibilidad, poca preocupación o ninguna con lo que es el dolor y el hambre. Cuando los niños intentan acercarse, ellos intentan apartarlas; cuando viene un ciego enfermo para acercarse de Jesús, ellos también quieren apártalos de Jesús.

Ignoramos el hambre de los demás, el dolor, la enfermedad que el otro vive

La insensibilidad es otro paso importante para combatir en la vida en nuestro proceso de conversión. Muchas veces, nos sentimos cercanos de Jesús, pero lejos e insensibles al dolor y el hambre del prójimo.

Muchas veces, estamos prójimos de Jesús y nos vanagloriamos porque somos discípulos del Señor, porque participamos de la Iglesia, porque somos de ese o de aquel movimiento, pero el corazón no es convertido porque no tiene compasión para con el dolor, el hambre y el sufrimiento que el otro esta pasando.

Para ser verdaderos discípulos de Jesús necesitamos tener los sentimientos de Él; y los sentimientos de Jesús son de compasión para con toda y cualquier situación que denigre la imagen humana, el ser humano y todas tus condiciones.

Por eso, el orden que Jesús da a Sus discípulos no es: “Disperse el pueblo”, y sí: “Dad ustedes mismos de comer”. Aquel que lleva al otro el Pan de la Palabra, debe llevar el pan nuestro, pan que sana el hambre. Y nosotros, muchas veces, perdemos nuestra sensibilidad social. Ignoramos el hambre del otro, el dolor del otro, la enfermedad que el otro vive. No te olvides quien quiere ser discípulo de Jesús, no es solo para juntar gracias para sí, pero es, especialmente, para convertir el corazón para cuidar del dolor y del sufrimiento del otro.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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