27 Apr 2019

Resucitemos nuestra fe en Cristo

“Ella fue a anunciárselo a los que habían sido compañeros de Jesús y que estaban tristes y lo lloraban. Pero al oírle decir que vivía y que lo había visto, no le creyeron” (Mc 16, 10-11).

Existe la Buena Nueva y el drama que sigue. La Buena Nueva, la nueva que es buena para siempre para nuestro corazón, es que Él esta vivo y resucitado. Quien experimento a Él, quien vio a Él va testimoniar para quien no ha visto, para quien esta incrédulo, triste y desanimado, para quien esta con el corazón todo desalentado, la seguridad de que resucita también nuestro corazón y nuestra vida, la seguridad de que esta vivo y resucitado.

Lo que el evangelista marcos narra son las incredulidades manifestada de varias formas. Muchos no creen en el testimonio de Magdalena Jesús apareció a dos de Sus discípulos con otra apariencia, ellos fueron también anunciar que vinieran Jesús, pero también no dieron créditos a estos dos discípulos. Jesús también pareció a los once, comió con ellos, y Jesús los reprendió por causa de la dureza de corazón, por causa de la falta de fe y porque no habían creído en el testimonio de la resurrección.

Somos estos discípulos, porque, muchas veces, estamos incrédulos, con el corazón endurecido; y si el corazón no se abre, no se dilata ni sumergí en Dios, en la experiencia viva con Él, también no experimentamos el Resucitado, no creemos en Él y Su Palabra no actúa ni penetra en nosotros.

No dejemos nuestro corazón ser tomados por la insensibilidad, porque, dentro de poco, nos falta la fe

Existe una dureza que me he dado cuenta cada vez más presente en nuestro medio, y esta dureza se llama “indiferencia”. Vamos a la Misa, pero, muchas veces, estamos solo de cuerpo presente, porque el corazón no consigue absorber, no consigue experimentar, no consigue sumergir en la presencia del Resucitado. A veces, son los ruidos dentro de la iglesia, pero no es principalmente el ruido que viene de fuera, es el ruido que viene de dentro, es el ruido que esta inquietándonos, perturbándonos, esta creando toda esta ansiedad que nos involucra, que no nos permite escuchar, experimentar ni ver el Señor.

No dejemos nuestro corazón ser tomado por la insensibilidad, porque, dentro de poco, nos falta la fe, el corazón se va endureciendo. No basta saber que Jesús esta vivo, porque los discípulos incluso sabían, pero estaban viviendo aquella experiencia muerta, porque no dejaran la fe resucitar con Él.

O permitimos Jesús resucitar nuestra fe o no experimentaremos los frutos de Su resurrección en nuestra vida. Salgamos de la insensibilidad, de la frialdad, de la indiferencia, no pongamos nuestro corazón en aquello que nos perturba, pero pongamos nuestro corazón en aquello que nos da la paz.

La paz que nuestro corazón necesita esta en la experiencia con el Resucitado.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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