“Después Jesús salió y vio a un publicano llamado Leví, que estaba sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos, y le dijo: «Sígueme». El, dejándolo todo, se levantó y lo siguió.” (Lc 5, 27-29)

Estamos a meditar la Palabra de Diós y a quedarnos asombrados con el plan pastoral de Jesús. Su forma de cuidar de las almas, de los corazones, de las personas. En el Evangelio es curioso que aparecen algunos verbos que se los dejaron perder las traduciones, por ejemplo el primer verbo dice que Jesús ‘salió’, ‘vio’ y ‘dijo’.

Son tres verbos que aparecen en el Evangelio. El primer: “Jesús salió”; necesitamos, apoyados en los consejos del Papa Francisco ser, verdaderamente, una Iglesia “en salida”, que va al encuentro de los corazones de los hijos de Diós perdidos en las realidades del mundo actual. Debemos pescar fuera del acuario. Sí, también necesitamos cuidar de las personas de nuestra comunidad, pero hay muchos que están fuera y que no caminan con el Señor siguiendole cerca. Por eso, si somos una Iglesia “en salida” tenemos que estar dispuestos al encuentro con los demás.

El segundo verbo dice que: “Jesús vio”. Aquí tenemos de dejar la idea: “Sería muy bueno si fuera así”, “Sería tan bueno si todos estuviesen en el seguimiento del Cristo”, tu tal vez dices eso, de su familia y de las personas que te están cerca. Sería tan bueno si fuera, esa persona, comprometida con Jesús. Pero esa es la realidad, la que tienes ante tus ojos. Necesitamos mirar a la realidad como la vio Jesús: aquel hombre en la condición que estaba, sentado junto a la mesa de recaudación de impuestos.

La propuesta de Jesús necesita alcanzar los corazones

Así que el realismo es muy importante a nosotros, no nos quedemos engañados, pero miremos a la realidad y hagamos todo lo que podamos para cambiarla. Si fuéramos pensar: cuando el Señor se le encontró a nosotros, ¿cual era la realidad que vivíamos? Estábamos en la condición de pecadores, y aún somos así, pero pasamos del reino de las tinieblas para el de la luz. Jesús vio aquel hombre.

Por fin, el último verbo: “Jesús le dijo: Sígueme”. Esa es la propuesta de Jesús. El cristianismo no es y no puede ser entretenerse, pero hay que ser un lugar de instigar la liberdad de las personas. La propuesta es radical: “Ven y sígueme”, “Déjalo todo y sígueme”. Esa propuesta tiene que alcanzar los corazones, necesitamos decir a las personas lo que Jesús propone. Hay que tener coraje de decir a las personas lo que es caminar con Jesús. No existe neutralidad. Entonces, que nuestro corazón alcance esa propuesta y también, en la vida de nuestros hermanos, sea instrumento de salvación.

Sobre todos vosotros, la bendición de Dios Todopoderoso. Padre, Hijo y Espíritu Santo. ¡Amén!