19 Mar 2021

Que José nos enseñe a tener docilidad en nuestras acciones

“José, descendiente de David, no tengas miedo de llevarte a María, tu esposa, a tu casa; si bien está esperando por obra del Espíritu Santo” (Mt 1, 20).

Toda la Iglesia en fiesta celebra su patrono, San José, aquel que es guardián de la Sagrada Familia, aquel que es guardián de los grandes tesoros de Dios en esta Tierra: Su Hijo Jesús y la Madre de Él, la Virgen María. José es también guardián y modelo de la Iglesia, es aquel que protege, intercede y abogado por ella.

Si San José es modelo para toda la Iglesia, él también es para cada una de nuestras familias. Cada padre, cada madre de familia debe siempre mirar para San José y tener en él una referencia. Él es un hombre de profunda fe en Dios, una fe de confianza y abandono, una fe de entrega, de dejarse guiar y conducir por Dios.

San José, recordando aquel José del Egipto, es también un hombre de sueños. Él tenía el sueño de construir y edificar una familia, el sueño de ser un buen padre, el sueño de cuidar de María, pero él transforma sus sueños en el sueño de Dios.

El sueño de Dios se realiza en José, porque es por medio de sueños que Dios interviene en la vida de él y habla a su corazón. Cuando José no comprendía lo que estaba ocurriendo con María, no era por desconfianza de ella, pero por aún no ser capaz de entrar en el más profundo de los misterios de Dios.

José es guardián y modelo de la Iglesia, es aquel que protege, intercede y defiende por ella

Es Dios quien interviene en sus sueños y le muestra: “José, no necesita tener miedo, porque lo que se realiza en María es obra del Espíritu Santo”. José recibe María en su casa para amarla y para cuidar de ella.

Aquel que recibe María es aquel que también quiere recibir cada uno de nosotros para guardarnos, protegernos, defendernos y desviarnos del camino del mal. Y cuando Jesús nace, Herodes quiere perseguir y matar aquel niño, y más una vez, Dios interviene en los sueños de José, que huye y deja ser guiado por Dios para evitar el mal.

¡Cuantos mal están intentando tirar sobre nuestra casa y familia, cuantos males intentan afligirnos a cada día! Recurramos a la protección de San José, para que él nos enseñe, primero, a ser justos, santos y personas de profunda fe en Dios, y que él nos enseñe el camino de abandono y de confianza en Dios.

Que José nos enseñe a abandonar los sueños humanos, para que los sueños de Dios también se realicen en nuestra vida. Que José nos enseñe a escuchar la voz de Dios, que habla a nosotros por los sueños, por los ángeles y por Su presencia aquel que se hace dócil a Él.

José, enséñanos la docilidad a Dios en todas las situaciones de vida.

¡San José, ruega por nosotros!

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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