10 Nov 2020

Nunca busquemos reconocimientos por nuestras acciones

“Así también ustedes, cuando hayan hecho todo lo que se les mande, digan: “Somos simples servidores, no hemos hecho más que cumplir con nuestro deber” (Lc 17, 10)

Las personas quieren recibir reconocimiento por todo, es la sociedad del reconocimiento. Quieren ser reconocida por las fotos que ponen en las redes sociales, por los trabajos que prestaran; quieren incluso recibir placas, homenajes, curtidas y ser aplaudidas, pero esa es una mentalidad mundana.

Por supuesto, una cosa es tener gratitud, reconocer, de forma espontanea, el valor que otra persona tiene. Ahora, otra cosa es vivir en función de ser venerada; que las personas se recuerden, que ellas te engrandecen, esta mentalidad no es evangélica, ella es mundana. Incluso, el trabajo que prestamos no es trabajo, en realidad, es responsabilidad para con el mundo, para con la Iglesia y la sociedad.

Si tu ves una cañería abierta y fue allá y cubre esa canéría, no quedes esperando que alguien va poner una placa para reconocer que tu fue el héroe quien cubrió. Tu no has hecho más que tu obligación de preservar la vida del otro. Si tu haz un bien a alguien, no espere la persona agradecer; pues es mentalidad del engrandecimiento. ¡Tenemos que ser grato, no tenga dudas! Siempre agradecidos por el bien que hicieran, pero el problema es la exaltación.

Las personas quieren recibir reconocimiento por todo, es la sociedad del reconocimientos

No nos exaltemos, no busquemos ser exaltados, porque quien exalta nosotros ya sabemos que sera humillado. En el Reino de Dios trabajemos sin esperar nada em cambio porque ya recibimos el Señor de la vida y de Él recibimos la vida. Tenemos que ser como los operarios que hicieran lo que debía hacer: “Somos solo siervos inútil”.

Eso es importante porque no vamos esperando de los demás que vengan elogiar y exaltar. Todo lo que hago es para Dios, deposito a los pies del señor, y es a Él a quien estoy sirviendo, me dedicando y entregando mi vida.

Mujer, cuando tu haces tus tareas de madre en casa, no quedes frustrada si tu hijo no reconoce. Es mal el hijo ingrato, pero la madre no es madres para ser homenajeada porque es madre. El marido no puede quedar esperando ser exaltado por la esposa porque hizo su obligación y debe ser marido.

Muchas veces, las personas no están haciendo el obvio, el necesario, el fundamental, y cuando lo hacen, alguien tiene que realmente aplaudir, porque la carencia de hacer lo que es obvio esta tan grande en el mundo que la forma es de engrandecer quien lo hace, pero, en realidad, tenemos que ser cada vez más responsables para hacer aquello que debemos hacer.

¡Dios te bendiga!

Pai das Misericórdias

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