“Jesús los oyó y dijo: No es la gente sana la que necesita médico, sino los enfermos. Vayan y aprendan lo que significa esta palabra de Dios: Me gusta la misericordia más que las ofrendas. Pues no he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores. (Mt 9, 12-13)
Hoy, tenemos la gracia de celebrar San Mateo, apóstol, evangelista y, por encima de todo, un discípulo y seguidor de Jesús, un pecador convertido, que fue muy amado por Jesús.
Podemos imaginar que, en la época de Jesús, había personas muy religiosas, hasta dictas como santas, ejemplares. ¡Jesús, sin embargo, se vuelve para Mateo, cobrados de impuestos, tan mal visto, y ya había cometidos tantas errores! Corrupto, hizo muchas maldades, cogía el dinero del otro de una forma deshonesta. Quedo rico de forma ilícita. ¡Un condenado ese Mateo!
Jesús, sin embargo, no vino condenar, Él vino salvar. Él no vino primero juzgar, pero vino primero presentar el Reino de Dios. Él no vino buscar quien ya esta justo, quien ya esta justificado y en las alturas, Él vino buscar quien, en la profundidad del pecado, arrasado en la miseria humana. Él vino para quitar del pecado, del poder de las tinieblas, del poder del maligno, del poder de satanás aquellos que son esclavizados por el pecado, algunos de una forma más sutil.
Muchas veces, nos creemos buenos, porque no tenemos grandes pecados, no pertenecemos a ninguna mafia, no asaltamos ningún banco, no cometemos grandes pecados ni nos acostumbramos con los pequeños demonios, y nos sentimos bien así.
Es de la misericordia de Dios que nosotros necesitamos, es la misericordia que nos sana y restablece
No importa el tamaño del tormento espiritual de nuestra alma y de nuestro corazón. Jesús vino para liberarnos de toda tormenta del mal, Él vino liberarnos de la corrupción del pecado, Él vino para salvarnos, Él vino cuidar de los enfermos, de nuestra enfermedad espiritual y de nuestra enfermedad.
Somos nosotros que necesitamos de médicos, necesitamos del buen médico Jesús. Es de la misericordia de Dios que nosotros necesitamos, es la misericordia que nos sana y restablece. Primero, nos reconciliamos con Dios, y cuando la misericordia toma cuenta de nosotros, nos convertimos apóstoles de la misericordia.
¡Que belleza es la vida de Mateo, convertido e impregnado por la misericordia divina que el transformo en un nuevo hombre! Por la Palabra de Dios, va llevar la misericordia a muchos corazones.
¿Qué estamos llevando para los hombres? El juicio, la condenación y el infierno o estamos llevando la misericordia, la ternura, la bondad, la conversión, el cambio, la acogida y el Reino de Dios que esta en nuestro medio?
¡Dios te bendiga!
